El control territorial en política nada tiene que ver con dinero o la tecnología. Los priistas han inventado las formulas de organización regional que aprendió el general Plutarco Elías Calles a consecuencia de la revolución. Sin embargo, cuando hoy observamos la concentración del PRI mayormente dirigida a brindarle 23 primeras planas a Ricardo Anaya, coqueteando con los presidenciables y en general midiendo el pulso de la opinión pública, es evidente que el tricolor, al menos su presidente y secretaria general están dejando a los cuadros, a los que de verdad ejercen el control y organización territorial.
El general francés Hubert Lyautey, arribó en la región de Indochina en 1894 con un solo propósito; derrotar al grupo rebelde de las Banderas Negras que avanzaban rápido comunidad tras comunidad. Lyautey en su primera semana en la región estuvo a punto de ser fusilado luego de su desacuerdo con su superior, el general Joseph Gallieni, quien creía que la tecnología, el dinero y la superioridad de fuego eran suficientes para batir al grupo guerrillero. Y es que fue de Lyautey de quien emanó la famosa frase de “ganando las mentes y los corazones de la gente, ganaremos” (Win the hearts and minds of people and we shall win the war).
Por ello, que recapitulando los cinco años de administración, analizando los perfiles del gabinete federal y sus acciones, es evidente que sea quien sea el candidato priista a la presidencia, el control territorial lo tiene uno sólo.
Cuando los opinólogos, analizan a los presidenciables y hablan sobre sus capitales políticos, sus lastres y sus futuros, lo hacen –al menos los que yo he leído- mediante la óptica del puesto que ostentan, no del despliegue político por el país. A Meade, lo miden por el saneamiento de las finanzas públicas, su participación en el TLC y por que resulta ser aparentemente el chico bueno del clan. A Osorio, todo lo que tenga que ver con seguridad y derechos humanos, que es mucho y casi todo. A Nuño, lo mal que continúa el plano educativo a pesar de la reforma y así sucesivamente.
Es verdad, todos tienen operadores políticos o al menos eso creen, en todas las dependencias. Pero si hiciéramos la cuenta, la de la organización, la del trabajo de campo, la de Estado por Estado, comunidad por comunidad el nombre del hidalguense es el que más sonaría. No sólo por lo que él como encargado de la política ha hecho, que es hacer política pública por segmentos poblacionales y por temas- al final del día para eso le construyeron una mega secretaría-; pero también porque colocó desde en principio a sus alfiles en lugares políticamente estratégicos. El director del Cisen, Eugenio Imaz y sobre todo al par de mujeres que dicen los que están mejor informados, de verdad operan Sedesol; Nuvia Mayorga como comisionada para el desarrollo de los pueblos indígenas y Paula Hernández como coordinadora general de Oportunidades. Es decir, una campaña política de cinco años ininterrumpidos de sembrar la semilla de un nombre. Pero sobre todo que en la hora cero, cuando haya candidato y de verdad empiece la campaña, los planos, el capital y la organización los tendrá el inquilino de Bucareli.
Por ello, que pase lo que pase, el futuro de la operación y la administración del capital político priista tendrá que pasar por manos de Osorio. Lo cual bien lo podría convertir, en una especie de figura omnipresente como la que Beltrones tuvo en la última década; gobierno, congreso o partido. Al tiempo.