Resulta paradójico que mientras las juventudes de los países árabes, España, Chile e incluso de los Estados Unidos se lanzan a las calles en protestas contra un statu quo que les niega oportunidades de empleo y les cancela el futuro, jóvenes como los de México
y Francia busquen respuesta a sus problemas por la vía electoral, recurriendo
a las opciones más autoritarias y conservadoras.
Una encuesta de Le Monde ubicaba a la candidata de ultra-derecha Marie Le Pen
por encima de Sarkozy y Hollande en las preferencias electorales del grupo de edad
entre 18 y 24 años.
Entre ese mismo grupo de votantes en México, una encuesta de Reforma revela que Peña Nieto se llevaría el 48 por ciento de sus votos, Josefina un 29 por ciento y AMLO tan solo un 21 por ciento. En caso de mantenerse estas tendencias ocurriría en nuestro país un fenómeno nuevo, inquietante tal vez; sería la primera vez desde la alternancia en que los votantes primerizos favorecerían al PRI.
Más revelador aún es que Peña Nieto logra su porcentaje más alto de voto en el grupo conformado por jóvenes de entre 25 y 29 años, dónde obtendría hasta el 55 por ciento de las preferencias del voto, por 27 por ciento de Vázquez Mota y un 17 por ciento de López Obrador. Ante la falta de oportunidades para los jóvenes en todo el mundo, unos luchan por desmantelar viejos regímenes autoritarios y otros votan por reinstaurarlos. Ambos planteamientos tienen su lógica, en México y Francia han surgido movimientos dentro del statu quo que canalizan las frustraciones de una juventud que se siente abandonada y perdida.
Ante el pasmo del gobierno y su oposición más clara, en ambos países resurgen fuerzas que se creían relegadas. Lo hacen recurriendo a la “seguridad y estabilidad” que parecen prometer. Lo hacen también mientras que gobierno y oposición se enfrentan en un debate estéril cuyas repercusiones prácticas parecen muy remotas a los jóvenes. En Francia, a los jóvenes que votaron por la ultra derecha les interesa poco el halo ideológico retrógrado que envuelve a la candidatura de Marie Le-Pen. Su lógica es más pragmática.
Le-Pen parece más convincente al ofrecer lo que les falta: seguridad económica. Le-Pen además lo ofrece sacando a Francia de la Unión Europea y apelando a una exaltación del antiguo nacionalismo francés. Es decir, su oferta va a contracorriente con la política económica homogeneizadora de una Unión Europea comandada por Alemania, que ellos sienten los ha dejado sin posibilidades laborales.
En México el grupo de jóvenes entre 18 y 24 años que votará por primera vez en estas elecciones no vivió nunca el autoritarismo priista a nivel federal. No obstante, sí han vivido con desilusión la ineficacia del PAN. Solo así es concebible que su idea y aspiración del “cambio” esté asociada al PRI. La lógica es distinta en los votantes que más certeramente apoyan a Peña Nieto; el grupo de entre 25 y 29 años. Ellos son jóvenes que buscan entrar al mercado laboral sin éxito y cuya primera experiencia electoral fueron los desastrosos comicios de 2006. Son jóvenes que fueron abandonados a su suerte mientras observaban indignados
esa suerte de vocación al suicidio que mostraban la izquierda y la derecha al desgastar su capital político en pequeñeces. Durante seis años PAN y PRD fueron cavando su propia tumba mientras que el PRI fue construyendo una imagen –falsa si se quiere– pero que a los ojos de los jóvenes pareció creíble ante el panorama desolador que mostraban sus adversarios en términos de certidumbre, renovación y eficacia, elementos necesarios para generar “esperanza”. Sería sin duda deseable que los jóvenes de México pudiesen romper el “encanto mercadotécnico” con el que los corteja la maquinaria priista.
Pero los otros candidatos han hecho poco por encontrar y proponer alternativas a los factores que provocan la desilusión de los jóvenes.
Esto es especialmente el caso de la izquierda que incapaz de modernizarse y de plantearse como una verdadera oposición desaprovechó su oportunidad histórica de atraer el voto joven, tan desilusionado con el PAN. Para bien o para mal, poco interesan las intenciones o las ideologías cuando se tiene en frente al desempleo, la falta de oportunidades y la violencia.
En México, como sucedió en Francia, aquel que logre dar la imagen de garantizar a los jóvenes un mejor futuro se llevará sus votos. Así de sencillo.
El autor dirige de la revista virtual
Los hijos de la Malinche: www.loshijosdelamalinche.com