EPN: sonrisa de nervios

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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John Le Carré, el escritor inglés mejor conocido por sus novelas de espías creó la figura que contrarresta en lo abstracto y en el acto a Ian Fleming y su James Bond.

Le Carré configuró en su personaje, George Smiley, un animal político de mente creativa, maquiavélica, inmóvil, pragmática  pero sobre todo incapaz de leer. Smiley, es el protagonista de la novela Tinker,Tailor, Soldier, Spy de 1974.

En realidad se trata del arte del engaño, de guiar a una persona o a una serie de ellas a un mundo paralelo que se muestra real pero que no existe. Vulgarmente vamos a llamarle el arte de “destantear” a la gente. Todo es real, las intenciones son reales, los actores son reales, todo menos la motivación detrás del acto.

Por eso, cuando vemos a los experimentados analistas políticos, unos otros opinólogos, todos con las fuentes más genuinas y de más alto nivel del gobierno federal escribir que todo es cierto hasta que no lo sea me niego a caer en el engaño del que muy probablemente están siendo objeto. Y es que creo en la veracidad de las voces que sugieren lo innegable; y esa es que todo puede pasar. Por ejemplo, no es un secreto a voces que en 2012, el presidente nominó horas antes de su toma de posesión al general Salvador Cienfuegos como secretario de la Defensa Nacional, una decisión por demás clave del Comandante en Jefe.

Ayer escuché una intervención del ex asesor de seguridad nacional de Obama, Thomas Donilon, narrar sus conversaciones con su mentor, Warren Christopher-ex secretario de Estado de Estados Unidos- en las cuales le aseguraba que los grandes estadistas como John F. Kennedy acudieron al consejo de grandes pensadores de la historia como Dean Acheson, autor de una de las biblias diplomaticas, “Presente en la creación”, para resolver las crisis más complejas y tomar las decisiones que cambiarían la historia del mundo como la Crisis de los Misiles en 1961.

Concuerdo en que cada vez acudimos menos a la historia para plantearnos un rumbo y cuando lo hacemos lo hacemos mal. La historia ni es repetitiva, ni es guía y mucho menos tendencia a manera de fórmula. Lo que sí es, es referencia. Porque mire usted, para los que crecimos al inicio del final del sistema perfecto del presidencialismo hegemónico priista poco recordamos las formas del dedazo. Y los opinólogos sólo recuerdan las grotescas, la de De la Madrid, Salinas o Zedillo. Una de ellas autora de nuestra propia teoría de conspiración y la tercera el prólogo del fin de la era priista. Los detalles finos y poco contados cómo las épocas de Echeverría y López Portillo no son ya referencia ante un escenario que bien podría replicarse.

Al presidente Enrique Peña Nieto le gustaría pensar  que encarnó las habilidades de George Smiley. Lo ha intentado en diversas ocasiones, pero ésta, la buena, la que dejará cómo legado un candidato que sea competitivo, aplastado o en el mejor de los casos que resulte un precursor de la nueva agenda y visión del PRI; es diferente.

Pero para los especuladores y creyentes de Le Carré, que consideran que Meade es el “Tinker, Tailor”, es decir, el engaño o bluff  y que en realidad será un as bajo la manga, por cierto nada arremangada, el que termine como candidato del PRI a la presidencia de México les planteó la pregunta ¿qué tal, si el propio Meade es el engaño para que al final sea él mismo el candidato y ni siquiera lo sabe él mismo? Es más, si usted lo piensa bien, el secretario de Hacienda, sobreviviente transexenal lleva ya un rato como el virtual candidato y los ataques hasta ahora no han llegado. ¿Será que Peña Nieto engañó con un mismo engaño? Cada foto del presidente con Meade es un guiño y uno muy evidente, ¿pero se ha fijado usted en la sonrisa? La misma que puede ser de nervios porque el primer priista se decidirá minutos antes de la hora cero ó por qué a todos nos habrá aplicado un Smiley. Al tiempo.

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