Van dos invitaciones del presidente Andrés Manuel López Obrador a las comunidades empresariales de dos estados de la República que son nuestros bastiones económicos y de emprendimiento: Jalisco y Nuevo León. Las fotografías de la reunión no pueden negar lo evidente: Decir que “hay pocas mujeres” es exagerar. Porque no hay pocas, hay “poquísimas”. Las preguntas que no deberían de hacerse, pero que en un mundo tan laboralmente femenino como lo tenemos (más lo que viene), ¿dónde están las mujeres? ¿No pudieron ir? ¿Por qué? ¿O no las invitaron? Inevitables los cuestionamientos.
Pero, no es el único caso. Hace unos días una cámara de vivienda muy conocida (sino es que la única) anunciaba con “bombo y platillo” un evento con un póster cuyas caras eran de señores con mucha autoridad en el tema (claro, esto último hay que reconocerlo). A la hora de cuestionarles por Twitter sobre la participación de mujeres, empezaron por decir que habría una, luego dos y ahí se detuvieron. Cabe mencionar que esas dos no tienen un perfil alto a comparación de los señores, ¿de relleno? Fue lo que pensé. Para después darme por vencida y desearles “éxito”. “Ya nada más falta que me digan que va a haber mujeres porque van a estar en el registro, afuera”. También lo pensé.
Pero no es ni la primera ni la última vez. En la campaña al Senado de la República, una vez una prestigiosa universidad sólo invitó a las primeras fórmulas a un debate. No era casualidad que todos eran hombres, menos una fórmula en donde era una mujer al frente. Pregunté: ¿Habrá debate de nosotras? Silencio. Y no, no hubo nunca. Tan es así que en ese momento me encargué de subirnos a la foto.
La foto. Así como dice el presidente que las “benditas redes”, podríamos hablar de las “benditas fotos”. Ahí dónde pareciera que nos tenemos que meter “a codazos” porque no hay de otra. Porque no quieren reconocer que sí existimos, que somos talentosas o en el caso de la política: que tenemos poder.
Es lamentable decirlo, pero vivimos en tiempos donde obviar eso es “darse un balazo al pie” cuando las mujeres hemos estado dando batallas por conseguir derechos, oportunidades y pisos parejos que antes parecían inimaginables. Por eso no basta con paridad. No es suficiente la cantidad, sino la visibilidad de lo que somos, aportamos, colaboramos en hacer un país mucho más justo y equitativo.
A estas alturas del “partido” lo que menos se esperaría es que tengamos que estar preguntando por nuestros espacios. Tampoco, ni en lo público ni en lo privado, estar preguntando a cada rato: “¿hay mujeres?” Casi casi como decir “¿hay extraterrestres?” Y que, a partir de ahí, se haga toda una disertación de por qué se supone que “no hay” o “si hay” pero no nos invitaron.
No, ese no es el mundo que yo sueño para las niñas del futuro. Ni las de Nuevo León ni las de México ni de ningún rincón del planeta. Qué necesiten recordarles a los “señores” que teníamos un espacio en la mesa, en el panel, en el gabinete, en la dirección, en el tablero de pilotaje, en la puesta en escena, en el evento de “hombres”, en la foto de campaña electoral. No, así ya no.
Más allá de la cantidad (porque no se trata de rellenar) la ecuación es muy simple. Reconozcamos que este mundo dejó de ser sólo de ellos. Hagamos audibles y visibles los talentos femeninos. Seamos lo suficientemente capaces de destruir muros y techos de cristal que sólo nos hacen una sociedad incapaz de sostener el futuro de al menos la mitad de su población. Entendamos que no se trata de que a las “viejas” les demos por su lado. No. Sino de reducir las desigualdades.
Ojalá y algún día ya no tengamos que cuestionar por qué en la foto no están ellas. Así, en plural.