Grave error, aquí lo señalamos, de la Directiva Rayada encabezada por Luis Miguel Salvador, de ratificar “por mientras” a Carlitos BARRA, al que bajaron de su oficina en la Dirección Deportiva para hacerla de bombero a la salida de Víctor Manuel Vucetich, cuya sombra sigue pesando.
Injusto también el trato de la Directiva Rayada, poniéndole exámen a título de suficiencia al buen Carlitos Barra en cada partido y en cada semana.
Rayados se engañan solitos después de haber calificado de lágrima y miseria a la Liguilla pasada, avalando al buen “Profe” Barra que se creyó el cuento de que avanzaron.
El cuento del ‘Chupete’…
Que decide cuidar, aquí lo señalamos a tiempo, las piernas desde la segunda mitad de la temporada, sabedor que ya tenía apalabrado su convenio en Colo Colo, distrae como cortina de humo la realidad rayada. La directiva aprovecha y homenaje al “Chupete” que los había chamaqueado.
Esto hace que la súper afición siempre crítica, ahora no cuestione y hasta se crea el “cuento del ‘Chupete’”, olvidando muy rápido la mediocre actuación de “SUS” Rayados.
El teatro de Mohamed
Aquí lo señalamos también en aquellos días en que el entonces técnico americanista chamaqueaba a quien se dejara, tirándose al piso para que lo levantaran con su propio montaje basado en la racha ganadora de su equipo, y tapando al mismo tiempo sus enfrentamientos con la directiva águila, que decide no hacerle el caldo gordo para no distraer el enfoque en el título, que al final ganan en la cancha, asumiendo el “costo político” como los malos de esta obra “Mohamediana”, al no renovar al técnico campeón.
Era mucha lana
Mohamed y su gente saben el arraigo ganado a ley que tienen en Monterrey, con esto blofean y se dejan querer “extra oficialmente”, porque aún tenían contrato con América, manejando cifras astronómicas para hacerse de las riendas rayadas.
La directiva del Monterrey revisa la chequera, no le alcanza y se decide por la fácil de forma por demás equivocada, aquella tarde en que Luis Miguel ratifica a Carlos Barra con argumentos muy débiles (sorry mi Luis Mi, pero aquí lo señalamos en su momento) basados en la calificación más que mediocre a la Liguilla y números maquillados, basados en la racha ganadora de la primera mitad del torneo, como si la espantosa racha perdedora y caída al vacío no fueran LO MÁS importante, lamentable para un equipo obligado a codearse con los grandulones.
Al técnico rayado Carlos Barra, le va el síndrome de agarrarse como sea a la oportunidad de dirigir, de no hacerlo el exilio y el olvido son el castigo.
La angustia se le veía a kilómetros de distancia, ya nadie le creía nada, mucho menos el plantel, la impotencia también, los jugadores no le hacen caso, “se ve que no lo pelan…” me dicen por ahí, no hacía falta comprobarlo, el equipo no juega a nada, aburren y se aburren, apáticos, indolentes, desmotivados y aburguesados.
Así las cosas pues, todo está puesto para que la directiva rayada se vaya inventando una kermesse, vender muchas playeras de sus tantos uniformes, que del tradicional rayado ya ni se acuerdan, o salir a botear a la Macroplaza y a la Del Valle para juntar el billete y traerse al legendario Mohamed, que llegará triunfal por el Aeropuerto, pashmina elegante por delante, o bien algún argentino de prestigio similar que llegue en calidad de “Salvador de la Patria”, total, lo que haga será mejor que lo de hoy.
Así de fácil…
¿Por qué Mohamed?
> Porque tiene ganado el cariño de la exigente afición rayada que ya lo tuvo como ídolo en su etapa como jugador.
> Porque su calidad como entrenador está comprobada, dados sus éxitos en Xolos y América.
> Porque ahora es un entrenador sin trabajo y con la mejor disposición de negociar un contrato con su exequipo.
> Porque su sistema de juego, aunque no es de los más ofensivos, es ideal y sustancioso para la obtención de puntos; justo lo que más necesita el Monterrey.
> Porque es un entrenador internacional de experiencia, algo que siempre pide la afición rayada para este equipo con capacidades económicas.
Bueno se hace chiquito
Sergio Bueno se tapa detrás de sus jugadores, intenta lavarse la cara tirándoles la culpa de la humillante derrota ante el América, muy lejos de la actitud de un técnico identificado e integrado “a muerte” con sus jugadores. Hay códigos, aquella Ley no escrita de no criticar a su grupo públicamente:
“Puedes recibir un gol producto de un accidente o un golazo como el que metió ‘Osvaldito’, pero quedaba demasiado tiempo para que un equipo baje los brazos y no la considero (el golazo de Osvaldito) la causa fundamental. Nos plantamos muy mal en la parte defensiva”.
Mi estimado Sergio, escupes al cielo, es TU responsabilidad levantarlos anímicamente.
Salida fácil para un técnico que se equivoca de cabo a rabo, no solo en el planteamiento del partido, sino en el mensaje y la falta de motivación a sus jugadores.
Todos los partidos cuentan igual en la tabla, solo que enfrentar al América, campeón o no campeón, siempre es un lujo, es algo que viste, motiva, es un aparador en red nacional, si en cada partido hay que incluir el alma.
Mensaje equivocado
Estos Jaguares del “Profe” Bueno saltaron a la cancha con formación atípica, con exagerado respeto y precaución, que después del golazo de Osvaldito, se convirtió en miedo y más tarde en pavor.
Ante la impotencia de Bueno que se encarta mostrando su frustración escondido en la banca y lo que es peor, dejando ver en esa formación una enfermiza “Aviles-dependencia”, a la ausencia de su goleador Avilés Hurtado, lesionado para este juego.
Si esto es real, habría que taparlo motivando a sus jugadores a darlo todo con variantes específicas, si no es real, la formación y la actitud del “Profe” reflejaba esa patética incapacidad de neutrailzar al rival.
Sergio Bueno y su grupo echan a la basura la oportunidad de dejarse ver como un real contendiente y no como lo hicieron, un medroso palero del América.