Gobiernos bajo escrutinio

La bitácora de vuelo de los próximos gobiernos estatales será imposible de falsear. Desde la consolidación de las redes sociales como herramienta para monitorear campañas y administraciones no existe el lujo de evadir o evitar las turbulencias. Tanto el gobierno de Tony Gali en Puebla, como los otros 11 estados, están ya, desde ahora, ante el escrutinio público -más por obligación que por convicción- y de eso depende el plan de vuelo.

Armando Estrop Armando Estrop Publicado el
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La bitácora de vuelo de los próximos gobiernos estatales será imposible de falsear. Desde la consolidación de las redes sociales como herramienta para monitorear campañas y administraciones no existe el lujo de evadir o evitar las turbulencias. Tanto el gobierno de Tony Gali en Puebla, como los otros 11 estados, están ya, desde ahora, ante el escrutinio público -más por obligación que por convicción- y de eso depende el plan de vuelo.

Hoy en segundos una declaración -verbal o patrimonial- puede sacudir la ruta y los retos. El nuevo poder, es como este diario ha bautizado a esta breve etapa política de llegada de gobernadores que será cien por ciento incidente en la sucesión presidencial del 2018, ningún partido o candidato se puede dar el lujo de perder el tiempo.

El caso de Puebla es emblemático: una gubernatura de dos años tras una administración albiazul a la que los resultados oficiales ponen en buena posición. Si los presidentes municipales se han quejado de que en tres años de gobierno no se alcanzan a consolidar sus proyectos.

¿Imagínese entonces dos años de administración? Por eso Gali sostiene que los ejes fundamentales de su trabajo serán la continuidad y ampliación de los programas exitosos en Puebla hasta el momento.

En el escenario nacional es la oportunidad del PAN para, ahora sí, socavar los vicios de la política mexicana y romper con el desencanto y frustración  popular. Puebla estará en la mira de ese objetivo.

Toda la oposición está de alguna forma en esa trinchera ahora, y esta vez ya no depende de las promesas de campaña sino de los resultados. Resultados que se viralizan a través de estos nuevos integrantes de la sociedad que son Facebook y Twitter.

Los mismos que monitorean el plan de vuelo pero que no son por nada un sistema de medición genuino de logros.

Del nuevo poder dependerá que los ciudadanos se lleven la mano a los bolsillos y se sientan seguros. Dependerá también un sistema educativo impulsor de oportunidades. Si estas mínimas premisas no se cumplen, México seguirá condenado como Sísifo que, casi al llegar a la cima, tenía que volver a empezar.

En el peor de los escenarios, el mayor riesgo para el nuevo poder será caer en la tentación -en el error- de gobernar para las redes sociales, el más reciente ente paralelo a la sociedad. Satisfacer al Coliseo con sangre y circo no pondrá al País en los mejores lugares del ranking de desarrollo. Eso en México ya está comprobado.
 

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