¡Hazla de tos!

El título de esta columna pertenece a una campaña impulsada por organizaciones civiles a nivel nacional, que invita concientizarnos sobre uno de los problemas ambientales que está causando cada vez más estragos en nuestra salud en las ciudades: la mala calidad del aire. 

Debo admitir que, a pesar de mi tendencia a observar el cuidado del medioambiente, no me había percatado de la gravedad de este problema hasta que empecé a padecer sus efectos. 

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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El título de esta columna pertenece a una campaña impulsada por organizaciones civiles a nivel nacional, que invita concientizarnos sobre uno de los problemas ambientales que está causando cada vez más estragos en nuestra salud en las ciudades: la mala calidad del aire. 

Debo admitir que, a pesar de mi tendencia a observar el cuidado del medioambiente, no me había percatado de la gravedad de este problema hasta que empecé a padecer sus efectos. 

Mi diagnóstico médico fue revelador: una rinitis alérgica que se ha ido agravando desde que comencé a vivir en ciudades como el DF y Monterrey y que, según mi médico,  uno de los factores que la alimentan es la alta contaminación del aire. 

Éste y otros padecimientos del sistema respiratorio están estrechamente vinculados con la calidad del aire. 

De acuerdo con los estudios que se han realizado y descritos en la página de Internet del mismo nombre, “la contaminación del aire afecta la salud de 74 millones de mexicanos expuestos en forma constante a partículas (PM 2,5 y PM10), ozono (O3) y compuestos volátiles (COV´s).

“Esto se traduce en enfermedades respiratorias que van desde dolor de garganta y tos, hasta padecimientos como el asma y problemas nerviosos y cardiovasculares. 

“También diversos tipos de cáncer, nacimientos prematuros, retraso en el crecimiento intrauterino, bajo peso al nacer, síndrome de muerte temprana y mortalidad infantil”. 

Esto no sólo impacta la salud de las personas que vivimos en ciudades altamente contaminadas, según la misma campaña en el 2009.

“El Instituto Nacional de Estadística y Geografía señala que la contaminación atmosférica representó los mayores costos ambientales en México, al ubicarse en 520 mil 300 millones de pesos, lo que significó el 4.4 por ciento del Producto Interno Bruto”. 

Los costos económicos individuales no se quedan atrás. 

La calidad de vida se reduce y cubrir los pagos de medicinas y médicos también generan gastos que para muchos representan un “lujo”, que hay que cubrir con bolsillos propios. 

También habría que agregar que los sistemas de información que se supone deberían de alertarnos sobre el tema, o son inexistentes, son ineficientes o son insuficientes. 

Hazla de Tos advierte que en los primeros 100 días de 2013, Monterrey ha tenido solamente cuatro días con calidad del aire aceptable (cercana a los estándares internacionales), considerando que los días de “aire limpio”, son aquellos que no superan los 50 puntos Imeca (una medida cercana a los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud). 

Entendiendo la gravedad del problema, es necesario impulsar políticas públicas y estrategias para disminuir los riesgos que representa un aire contaminado para la población. 

Dentro de las propuestas de las organizaciones se encuentran mejorar la calidad de los combustibles, hacer más estricta la normatividad ambiental, reforzar programas de inspección y vigilancia, y fomentar la movilidad urbana multimodal y sustentable. 

Definitivamente, tenemos que hacer algo urgente. 

Porque si somos lo que comemos, también somos lo que respiramos y, ¿te has preguntado qué estás respirando?

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