Idiosincrasia electoral
Si Luis Carlos Ugalde, “así lo vivió”, no sé como lo vivirá el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en los meses por venir Tanto Ugalde como José Woldenberg, se enfrentaron a situaciones extraordinarias en materia electoral. Luis Carlos, vivió desde la primera fila el desliz con tufo a fraude que supuso la elección de […]
Rodrigo VillegasSi Luis Carlos Ugalde, “así lo vivió”, no sé como lo vivirá el Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en los meses por venir
Tanto Ugalde como José Woldenberg, se enfrentaron a situaciones extraordinarias en materia electoral. Luis Carlos, vivió desde la primera fila el desliz con tufo a fraude que supuso la elección de Felipe Calderón como presidente en 2006. Woldenberg, atestiguó la alternancia en el poder luego de 70 años de priismo.
Sin embargo, Córdova; el diferente, el académico, el reformador de nuestra máxima institución garante del sufragio efectivo, no ha llegado a la elección más importante de la historia moderna de México cuando ya ni él mismo sabe como la vivirá.
Y es que el problema de estrenar instituto, es que las expectativas son más altas. Sobre todo en un momento de hoguera sociopolítica en la que la crisis de los partidos políticos y todo lo que los rodea, tiene a todo un pueblo al sonoro rugir del cañón, demandando un cambio de régimen.
No sólo es que los más de veinte millones de mexicanos en el extranjero elegibles para sufragar su voto no lo puedan hacer.
No sólo son las controvertidas decisiones partidistas que toma el INE. Es más, ya ni sí quiera es el drama de la siempre si candidatura de Jaime “El Bronco” Rodríguez Calderón.
Conjetura que resulta por de más contradictoria a todo lo que había venido augurando el INE.
Qué sí fue para fragmentar el voto? Quizás. ¿Qué sí fue para quitarle votos a López Obrador? ¡No!, ya, ¿en serio?
El hecho de que ante el escenario electoral, la clara ventaja de Andrés Manuel López Obrador, lleva a cuestionarnos que será del instituto si el de Macuspana llega a sentarse en la Silla del Águila. Olvide usted el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, olvide la reforma energética, olvídese del TP-01 Juárez (avión presidencial); la estampa más legítima de nuestra híbrida democracia está en serio peligro de desaparecer. Y entonces si, todo lo que usted podría temer de AMLO, de pronto se hace factible.
El día de ayer, la fundación Miguel Alemán fue la sede anfitriona de un foro más del Aspen Institute en México. Y ahí se abordó el tema- nada fácil- de la ciberseguridad en las elecciones. El debate fuer serio e incluyo a John Banghart, ex director de ciberseguridad del Consejo de Seguridad Nacional de Obama. Pero lo que más llamó la atención, fue la evidente inseguridad de Córdova, no sólo en la materia, si no en general acerca de las elecciones del próximo primero de julio. Sin embargo, coincido con él, el riesgo más latente no viene de fuera, viene de adentro.
Pero tampoco queda claro, que mecanismos reales, está tomando el Estado mexicano, para blindar las elecciones en materia de ciberseguridad. Porque, las fake news, la guerra de desinformación y la manipulación de las masas es otra historia. Y en esa historia, el INE, desde muy temprano pecó de novatez al querer presumir “acuerdos” con Facebook y con Twitter.
La conclusión sonó hueca. Y no cerró la puerta a un ciberataque, pero el mayor problema no es la falta de certeza, es el mensaje de que ese atentado, bien podría venir de adentro del país, no de Rusia, China o Estados Unidos.
Con eso de por medio, el INE lanzó el mensaje claro de que el independentismo en México, será un figura simuladora.
El status quo de la partidocracia ha ganado, pero sobre todo, ahora pareciera ser que la única forma de legitimar al único organismo que nos ha brindado cierta confianza de que nuestro voto no se vende y no cae en manos del “mapachismo”, es- salvo que ocurra una de esas de película como un hackeo al PREP- sin mancha de duda, la victoria de AMLO. Cómo dicen, “peladito y a la boca”, solitos se han disparado en el pie.
Una cosa es la idiosincrasia electoral con olor a nuevo, y otra cosa es la nueva imagen con olor a idiotismo electoral. Al tiempo.