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¡Impresionante!

Resulta impresionante, no sólo el video de Luis Roberto Alves. Y con ello el increíble e injusto bullying a su esposa, la conductora Paola Rojas, a quien le mando mi solidaridad. No sólo es impresionante el papel que hasta ahora ha jugado la selección mexicana de futbol. El triunfo histórico ante Alemania –los actuales campeones […]

Resulta impresionante, no sólo el video de Luis Roberto Alves. Y con ello el increíble e injusto bullying a su esposa, la conductora Paola Rojas, a quien le mando mi solidaridad. No sólo es impresionante el papel que hasta ahora ha jugado la selección mexicana de futbol. El triunfo histórico ante Alemania –los actuales campeones del mundo. No sólo, el ánimo y la conciencia que despertó la actitud y el triunfo del Tri en la gente. No sólo, que finalmente empezamos a creer que sí se puede. No sólo, es impresionante, lo rápido y tardío que llegó el choque de sentimientos electorales. La súbita caída de Anaya, el bajón de AMLO y la aparente subida parcial de Meade.

Pero también, es impresionante lo que está pasando en Estados Unidos. La crueldad y lo inhumano que resulta separar a miles de niños de sus padres. La frialdad y lo repugnante que resulta, encerrar en jaulas, como pollos, a niños indefensos y criminalizar a los padres, que lo único que buscan es una mejor vida. Y sobre todo un mejor futuro para sus hijos.

Donald J. Trump tiene el derecho constitucional, soberano y legal de tomar tan despreciables medidas. Pero no tiene ni el derecho, ni la autoridad moral para hacerlo y continuar, aunque al final del día, decida tratar de resarcir un daño irreversible, al firmar una orden ejecutiva para detener dichas acciones.

Pero lo que resulta más impresionante, es la reacción tan tibia del gobierno mexicano. Porque si hay un momento en el que el presidente de México puede gobernar y actuar con la mayor de las libertades, sin cargar con el precio político, es ahora. Y es que condenar dicho comportamiento en una conferencia de prensa, es lo mismo que arrojar un vaso de agua al océano.

Está bien, el presidente Enrique Peña Nieto no es, ni será Winston Churchill, y el canciller Luis Videgaray no ha sido, y ya no fue Dean Acheson o Dean Rusk. Pero no podemos permitir, no sólo que nos hagan esto. Sino que tampoco, podemos dejar pasar esta oportunidad histórica de demostrar de qué está hecho México. Y eso no es solamente que seamos un pueblo con huevos y conformado por gente chingona. Sino que también podemos tener un gobierno chingón, si es que lo queremos. Uno que se atreva, de la misma forma que se atrevieron nuestros muchachos en el partido contra Alemania.

Pongámoslo en perspectiva y pensémoslo con objetividad. China actuará con represalias, por los 200 mil millones de dólares que le ha impuesto el gobierno estadounidense como aranceles. Rusia, también, y aparte, están jugando su mejor mano de ajedrez geopolítico, con un jaque a Trump que lo tiene un tanto inmovilizado.

Europa por su parte, está ya tratando de recuperarse de esa cruda que fue el movimiento antieuropeo, y está dispuesta a plantarle cara a Trump. Y, así como así, nuestro segundo socio comercial –Canadá- le ha lanzado un dardo al corazón, diciendo que no compren productos Made in U.S.A.

En ese sentido, con una América Latina huérfana y desgastada por las crisis políticas emanadas de los escándalos de corrupción, y el fin de los regímenes populistas, México de pie en el primer frente de batalla, tiene la obligación política y moral de asumir el liderazgo. De consolidar alianzas estratégicas y encontrar los puntos neurálgicos del gobierno trumpista. El mundo está consciente de lo que está pasando, y si bien es una batalla que no podemos ganar solos; sí podemos presentarnos como la principal cara. El “bromance” de Videgaray con Kushner –que no lo es tanto, de acuerdo a gente cercana al yerno de Trump- le está costando mucho a ambos países. Pero seguro estoy que Kushner, un fiel creyente de la Torá, sabe muy bien qué significa aquel lema del pueblo de Israel, que augura “Nunca más”.

Y eso, el mundo también lo recuerda. Porque el mundo está, a diferencia de 1939, en un momento en el que la reacción en cadena de una fotografía de un niño llorando, aferrándose en el interior de una jaula a la reja, es igual de rápida que la producida por una bomba atómica. El mundo no aguantará, tampoco el pueblo de Estados Unidos. ¿Se acuerdan de aquella película de V de Vendetta? ¿De quel “Remember, remember, the fifth of november”? Pues este próximo noviembre podría ser el inicio del final para la administración de Donald Trump.

Para lo cual, este gobierno, acompañado del mundo enfurecido, puede coadyuvar. ¡Atrevámonos, carajo! Al tiempo.

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