Y en Estados Unidos pasó el famoso Memorial Day.
Aquel día festivo en el que todo el pueblo norteamericano recuerda a sus soldados, marinos y todos aquellos que perdieron la vida sirviendo a su país. Se trata de una fiesta nacional, no hay clases, se celebra y rinde tributo a todas aquellas familias que han perdido a uno de los suyos. El Presidente habla en Arlington acompañado del secretario de la Defensa y el jefe del Estado Mayor; recuerda e inmortaliza a aquellos jóvenes que creyeron que dar la vida por su país era su labor. Hay lagrimas, minutos de silencios y aplausos eternos.
Bueno, aquí en México poco hay de eso, tristemente.
Ayer se conmemoró el Día de la Marina, y salvo las felicitaciones, políticamente correctas en redes sociales de los altos funcionarios gubernamentales, y el acto solemne del Presidente de la República acompañado del secretario de la Marina, de Defensa, entre otros invitados, en donde desde el buque armado Usumacinta se depositó una ofrenda floral a los marinos caídos, el esfuerzo y dedicación de nuestros marinos pasó por desapercibido.
Resulta paradójico que, en un país en “guerra”, en la que está comprobado que los militares son más confiables que cualquier policía, se les reconozca tan poco y se les denosté tanto.
Un reportaje publicado por el diario estadounidense The New York Times destaca la letalidad de las fuerzas armadas mexicanas. Detallando que las fuerzas de elite de la Marina por cada individuo que hieren abaten a treinta, a lo que el diario neoyorquino cataloga de “ejecuciones sumarias” y de “asesinos excepcionales”.
Pero no hay que olvidar que sea la teoría de guerra que sea, de Sun Tzu a Clausewitz, los ejércitos tiene un solo propósito y ese es lograr la victoria. Naturalmente, no lo lograrán en una guerra de pasteles.
La cruda realidad de la guerra es que es sangrienta, sucia y la gente muere a diferencia de la política donde solamente es sucia.
En ese sentido, ¿no es de reconocer la eficacia de los cuerpos de elite de la marina? ¿No es para eso para lo que pasan años entrenando y para lo que les pedimos que salieran a las calles?
Y es que al final del día ese es su trabajo, para el cual los representantes del pueblo, es decir el Congreso, autoriza un presupuesto de más de 27 mil millones de pesos.
No hay guerras justas, solamente guerras. Y en ellas muchas cosas salen mal. Hay casos desafortunados de abusos a los derechos humanos, víctimas inocentes, desplazados, etc. Pero, esto seguirá ocurriendo por más que se implementen protocolos de actuación y mientras no se cuente con policías capacitadas y confiables. Ahora bien, la Marina es la institución armada con menor cantidad de denuncias ante la CNDH. Y entre otras cosas, resulta ser la más productiva.
Por ello, que como país rendir honor a quien honor merece resultaría ser un ejercicio de coherencia no sólo cívica si no moral, por que el día que no veamos patrullar por los puertos y ciudades a las fuerzas armadas en especial a la Marina, desearíamos que así fuera.
¿En dónde quedó nuestra dignidad nacional o acaso somos tan indignos?