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Juan Escutia… ¡Murió por la Patria!

Por los jóvenes que en la realidad sin ficción arriesgan su vida por la de otros.

Probablemente porque a mis padres les gustaba la Historia de México, o porque crecí y entre los amigos de mi mamá había conocedores de las versiones no oficiales de nuestra historia, pero debo admitir que esos versos determinantes sobre lo que significa la patria me parecían particularmente cursis. 

Por los jóvenes que en la realidad sin ficción arriesgan su vida por la de otros.

Probablemente porque a mis padres les gustaba la Historia de México, o porque crecí y entre los amigos de mi mamá había conocedores de las versiones no oficiales de nuestra historia, pero debo admitir que esos versos determinantes sobre lo que significa la patria me parecían particularmente cursis. 

Así que cuando vi la escena de Adán Cortés con la bandera mexicana frente a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz 2014,  no pude más que volver a pensar lo mismo: Patriotismo cursi. 

Aclaro que todas las protestas son por derecho, aquí y en China, que tenemos más de una razón con motivos para estallar en la pasión de hacer visible el problema, y muchos estamos desesperados o impotentes por no saber el rumbo que sigue este país. 

También, concuerdo que México está atravesando por el camino de la muerte –no es nuevo-, acostumbrado a paralizarse ante su tragedia humanitaria. 

Porque ojalá los muertos fueran de Calderón o de Peña, pero hoy lloramos a los muertos, los secuestrados, los desaparecidos, los violentados, los extorsionados, que son de todos. 

Loable que un joven abra los ojos –que he mencionado en más de una ocasión que somos los jóvenes el blanco más atinado de las consecuencias de la desigualdad, la impunidad y la corrupción-, que se manifieste, que ponga “el dedo en la llaga”. Eso es indiscutible. 

Pero lo que sí me parece entre de broma y cursilería patriótica, es el afán por pensar que alguien más “salvará a México”. 

“Malala, please”, insistía Adán, mientras los ojos de ese mundo externo observaban sin inmutarse. 

No por falta de entendimiento de lo que sucede en nuestro país, ¿acaso sobran los comunicados en donde prohíben las visitas a México? ¿Acaso faltan las notas en donde estamos en el ranking de las ciudades más inseguras? No, sobran. 

Si estamos en el entendido de que vivimos en el mundo global, basta reconocer las acciones realizadas en favor de crear otra manera de vida colectiva digna, entonces queda sobreentendido que los galardonados -que realmente han expuesto su vida por la educación de otros-, están atendiendo a los llamados del mundo para contribuir a su paz. La suya. La nuestra. 

Tomarse demasiado en serio un acto irreverente se torna más en contrasentido que a favor. 

Si alguien está dispuesto a pedir asilo, a enfrentarse a las autoridades, a luchar con el cuerpo por lo que es correcto, créame que hay muchas otras personas en el país que lo hacen todos los días y a los que pocos les dedican si quiera sus palabras de aliento. 

Aquí la pregunta no es si hay que tener otro inventado Juan Escutia, que muere por la patria inexistente y fragmentada. Aquí las respuestas son las que provocamos desde las diferentes realidades para resolver problemas. Para encontrar los lugares no sólo para ser escuchados, sino para hacer otros mundos posibles. 

¿Que si para eso, hay que saltar protocolos? Lo que hizo Adán tiene una multa. 

Se vale asumir la responsabilidad ante lo que fue valiente, pero sigo sintiendo esas ganas de soltar una risa incontenible por saber que el heroísmo, ni de Juan Escutia ni de este chico, tiene mucho fondo detrás. Quizá por eso los “memes” desatados, quizá. 

¿Qué necesitamos? Ningún niño héroe mítico. Nos necesitamos a nosotros como siempre y más que nunca. 

Porque mientras Adán realiza su acto de cursilería patriótica, Elmer Archuleta un joven de Ciudad Juárez –una de esas ciudades violentadas-, quien participaba por hacerla un lugar de paz, fue privado de su libertad el sábado pasado y encontrado muerto al día siguiente. 

Sí, nadie le puso atención, mientras nosotros seguimos discutiendo sobre la bandera frente a Malala.

Indira Kempis
[email protected]
@in_dei

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