La ética presupuestaria
¿Reforma tributaria? ¿Sí...? Esa la instrumentó Guillermo Prieto Fortún en los años 70 al sustituir valientemente el Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles por el Impuesto al Valor Agregado.
Mientras las corrientes administrativas tributarias del mundo entero se orientan a gravar el consumo, nosotros, en México, insistimos en la torpeza de tratar de recaudar a través de los impuestos al ingreso, que son ciertamente mucho más complicados de controlar.
Francisco Martín Moreno¿Reforma tributaria? ¿Sí…? Esa la instrumentó Guillermo Prieto Fortún en los años 70 al sustituir valientemente el Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles por el Impuesto al Valor Agregado.
Mientras las corrientes administrativas tributarias del mundo entero se orientan a gravar el consumo, nosotros, en México, insistimos en la torpeza de tratar de recaudar a través de los impuestos al ingreso, que son ciertamente mucho más complicados de controlar.
¿Por qué no se impuso el IVA en alimentos y medicinas? Porque la agenda fiscal la maneja AMLO a través de sus marchas fascistas callejeras que aterrorizan al sector público y lo acobardan.
La actual propuesta hacendaria atenta en contra de la capitalización de las empresas desde que además de pagar el 30 por ciento de ISR todavía tienen que pagar un 10 por ciento adicional por concepto de dividendos, lo cual representa un gravamen total de 37 por ciento, lo anterior sin tomar en cuenta el cargo por la participación de utilidades para los trabajadores…
¿Se trata de matar a la gallina de los huevos de oro? Si en México existe un grave problema de vivienda, entonces ¿por qué gravar con el IVA la compraventa de inmuebles, las rentas y los intereses hipotecarios? ¿Por qué ayudar a poner la economía de la frontera norte de México en manos de los norteamericanos al desquiciarla con una homologación del IVA que encarecerá nuestros productos en favor de los yanquis?
¿Por qué lastimar los servicios de maquila que, en la actualidad implican el 18 por ciento del PIB y que son fuente generadora de divisas y de empleo, para gravarlos con la tasa del 16 por ciento cuando antes estaban a tasa 0, sin haber advertido a los maquiladores la posibilidad de lograr un acomodo fiscal a lo largo del tiempo? ¡Un horror!
La propuesta hacendaria no resolverá los problemas de recaudación, afectará la economía de las empresas y su competitividad global, implicará un mayor endeudamiento público, al más viejo estilo priista, para financiar la pensión universal, entre otros rubros; dejará intactos a los parásitos, además de comerciantes piratas ubicados en un 60 por ciento de la economía informal que no contribuyen al gasto público pero que sí disfrutan el Seguro Popular, otro horror…
La propuesta, en resumen, lastimará severamente los intereses económicos de la frontera norte, agredirá los intereses de la creciente clase media que mantiene al país, a diferencia de las empresas más poderosas, cuyos enteros al fisco en relación a las ventas no alcanza ni siquiera un vergonzoso y perverso 6 por ciento, en tanto que los cautivos pagarán entre el 30 y el 32 por ciento de ISR. Horror de horrores…
Por si lo anterior fue insuficiente el gobierno no demostró la más elemental congruencia ética desde que antes de volver a pasar a cuchillo a la sociedad, debería haber cancelado el despilfarro ostentoso y grosero del gasto público que se mantiene opaco y oculto. La ética presupuestaria no se vio en ningún caso, en tanto la injusticia tributaria persiste e insiste en medio de un peligroso calentamiento social.