¿La muralla de naipes?

Una de las principales reglas al invertir es que los rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros. Sin embargo al tomar decisiones en dicho renglón, no podemos evitar voltear a ver a la historia y tomarla en cuenta para intentar proyectar el futuro.

Si volteamos a ver los últimos 30 años, sería casi imposible que apostáramos contra la economía china. Desde 1978 hasta el día de hoy, China ha crecido en promedio más de un 9 por ciento por año.

José Luis Tamez José Luis Tamez Publicado el
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Una de las principales reglas al invertir es que los rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros. Sin embargo al tomar decisiones en dicho renglón, no podemos evitar voltear a ver a la historia y tomarla en cuenta para intentar proyectar el futuro.

Si volteamos a ver los últimos 30 años, sería casi imposible que apostáramos contra la economía china. Desde 1978 hasta el día de hoy, China ha crecido en promedio más de un 9 por ciento por año.

Las cifras son impresionantes: 6.5 por ciento de desempleo, 2.6 por ciento de inflación, la segunda mayor economía en el mundo. La lista de atributos y logros en las últimas tres décadas es interminable, pero no todo parece ser miel sobre hojuelas en el horizonte.

La vulnerabilidad de la maquinaria de la economía china tuvo su primer asomo a principios del 2012, cuando el Banco Popular Chino planteó una serie de medidas para disminuir el ritmo de crecimiento de la deuda de los gobiernos locales.

La medida no fue bien recibida por el mercado y es por ello que el crecimiento en China tuvo un ritmo más modesto durante el 2012 y 2013. 

El gobierno central de China rectificó la medida en el verano del 2013 y ordenó detener el programa de austeridad. Complementario a lo anterior, en noviembre cambió el ánimo de los mercados, anunciando una serie de reformas que se podrían entender como otra fase de su modelo de crecimiento.

A todo lo anterior, el gurú financiero y dueño de uno de los fondos de inversión más influyentes de mundo, George Soros, lo calificó como la más grande incertidumbre de la economía global en el 2014.

Y es que Soros alega que la economía china, sobre todo sus gobiernos locales, se encuentra en una encrucijada: continúa con sus niveles (pronto insostenibles) de endeudamiento actual o renuncia a seguir creciendo a los niveles actuales y ordena su economía.

El motor de la maquinaria económica en el gigante de oriente es la inversión. Muchos de los gobiernos locales han invertido en proyectos no lucrativos, de manera que vuelve aún más riesgosa su emisión de deuda.

Desde el 2010 hasta la fecha han crecido en un 65 por ciento los niveles de deuda de los gobiernos locales en China, según cifras del propio gobierno. A lo que Soros agrega la (poca) credibilidad del gobierno central como un problema.

Para poder dimensionar de mejor manera el problema, pensemos en el caso mexicano. Los niveles de endeudamiento de los gobiernos estatales no parecen una amenaza inmediata, pero su ritmo de crecimiento y la poca transparencia en dicho renglón parecen un enemigo silencioso.

Al igual que los gobiernos locales de China, muchos de los proyectos a los que van destinados los recursos de las arcas estatales son no lucrativos. Las calificaciones crediticias estatales bajan y bajan y nadie parece hacer nada.

A lo antes mencionado, Soros no es tajante sobre China. Ve en las reformas una posibilidad de que la economía china transite a una menor dependencia de los niveles de inversión y endeudamiento.

Pero de fallar advierte problemas económicos y políticos. 

Los comentarios de Soros naturalmente han tenido ecos en inversionistas y medios especializados. 

La apuesta en contra, o por lo menos la reserva, acerca de la economía de China ya está sobre la mesa. ¿Será la deuda el naipe que pueda derrumbar la muralla?

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