¿Por qué la Fase 3 es la más peligrosa de una pandemia?

La pandemia y la tentación autoritaria

“Quienes renunciarían a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad” Benjamín Franklin El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, respaldado por diversas organizaciones y líderes políticos, publicó un comunicado señalando los peligros que la democracia vive debido a la pandemia del COVID-19. El […]

“Quienes renunciarían a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”

Benjamín Franklin

El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, respaldado por diversas organizaciones y líderes políticos, publicó un comunicado señalando los peligros que la democracia vive debido a la pandemia del COVID-19.

El texto afirma: “algunos gobiernos (pese haber sido) democráticamente electos (ahora) vienen combatiendo la pandemia concentrando poderes de emergencia que restringen los derechos humanos, y reforzando el estado de vigilancia sin consideración alguna por las restricciones legales, la supervisión parlamentaria o los marcos temporales para la restauración del orden constitucional”.

En México algunas autoridades han difamado públicamente y despedido injustificadamente a personal de salud (desde directores de hospitales hasta enfermeros), como castigo por quejarse de no contar con materiales y equipo suficiente.

Desde el Gobierno federal se descalifica y ataca constantemente a los medios de comunicación y especialistas que exhiben los errores en la estrategia sanitaria, con el pretexto burdo y autoritario de que se requiere “unidad” nacional, en lugar de aceptar y corregir errores.

Muchas personas podrían pensar que las democracias son lentas e ineficaces para afrontar crisis dado que ésta requiere de escuchar diferentes voces, debatir cursos de acción y crear consensos. Esta lógica parece razonable, pero es falsa y sumamente peligrosa, pues justamente eso es lo que les gustaría que creyéramos a los gobiernos con tentaciones autoritarias, que usan la pandemia como coartada para acrecentar ilegalmente su poder.

Y es que durante las crisis, la democracia es el antídoto más útil para fomentar el bien común en la sociedad. Solo si existen voces opositoras y críticas habrá espacio para el diálogo y la construcción de acuerdos, y se respetarán irrestrictamente las libertades, el Estado de Derecho y se gobernará para todos.

En las democracias existen asociaciones civiles y partidos políticos que impulsan las causas que el gobierno no toma en cuenta, como la urgente necesidad de medidas económicas contracíclicas y un ingreso mínimo vital y temporal para respaldar a miles de empresas en quiebra y a millones de desempleados.

De acuerdo al reporte “Democracia Global y COVID-19: Actualización del Apoyo Internacional”, hay varias tentaciones autoritarias que destruyen la democracia y que algunos países han puesto en práctica, por ejemplo: la censura y amenazas a los medios de comunicación independientes, pues muchos gobiernos han aprobado decretos que les permiten multar o encarcelar a quienes consideran que están difundiendo “noticias falsas” o críticas sobre la gestión oficial de la pandemia.

La afectación a los derechos de las minorías y grupos vulnerables socava cada vez más el principio democrático central de la igualdad de derechos. Las crisis no pueden poner en pausa a la democracia y menos destruir sus bases con el pretexto de hacer las cosas más rápido y “en beneficio de las mayorías”.

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