Red rocket, una película que debo reconocer que no me gustó, pero eso para nada quiere decir que sea mala, al contrario

La pesadilla americana

Quienes estamos fuera de Estados Unidos tenemos una idea bastante preconcebida de la vida que ocurre del otro lado de la frontera; pensamos que los gringos tienen todo arreglado, fácil y sólo hay que nadar entre dólares y felicidad. Pero no, queridos lectores, temo recordarles que allá también se vive el horror de la precariedad, […]

Quienes estamos fuera de Estados Unidos tenemos una idea bastante preconcebida de la vida que ocurre del otro lado de la frontera; pensamos que los gringos tienen todo arreglado, fácil y sólo hay que nadar entre dólares y felicidad.

Pero no, queridos lectores, temo recordarles que allá también se vive el horror de la precariedad, pese a que hay seguro de desempleo, es bastante difícil alcanzarlo y si se obtiene, pues apenas serán unos cuantos billetes verdes para subsistir.

Este reflejo se puede ver en Red rocket, una película que debo reconocer que no me gustó, pero eso para nada quiere decir que sea mala, al contrario, admito que es un excelente largometraje, sólo que este es el cine que, a veces, prefiero dejar de ver, porque me acerca a la realidad, en lugar de alejarme de ella.

En primer lugar, tenemos a Mikey “Saber” (Sable en español, esto es importante, sigan leyendo) Davies, un vividor que llega de paracaidista a la casa de su suegra y donde vive su esposa, pero de la que lleva separado más de una década, en Texas City, poblado del condado de Galveston en el estado de la estrella solitaria de la Unión Americana.

Este hombre que se hace la víctima tiene las artimañas de convencimiento de cualquier macho promedio y logra que lo dejen vivir en este inmueble en decadencia, mientras consigue empleo y ve la manera de seguir adelante con su vida; sin embargo, cuando intenta aplicar como mesero, tendero o afanador nadie lo quiere reclutar, porque carece de un historial laboral.

El secreto está aquí: Mikey lleva más de 15 años dedicándose a ser actor pornográfico, su apodo Saber, es debido a su “atributo” masculino (¿saben de lo que hablo ahora, verdad?), por eso, este hombre no logra un trabajo ordinario y menos después de revelar su verdadera “vocación”.

Entonces, ¿qué hace nuestro protagonista en desgracia? Se dedica al narcomenudeo, a ligarse a una morra que bien podría ser su hija y a tener relaciones con su esposa, quien después de tantos meses en casa, pues se hace costumbre el tenerlo cerca. Qué dicha para un imbécil como este, ¿no lo creen?

Seguro tú también conoces a un Mikey en la vida, yo definitivamente sé de varios ejemplos, tal vez tú seas uno y prefieras ignorar que lo eres; la verdad es que esta ficción está más cerca de lo que parece, y en eso acierta el cineasta Sean Baker, a quien le gusta hacer estos retratos de la vida difícil de los Estados Unidos.

Y bien por él, en verdad, porque nos desenmascara a la horrenda existencia de hoy, ayer y, seguramente, mañana, el sueño americano NO existe, y tal vez nunca existió, es en realidad una pesadilla que nos hemos construido para creer que allá todo es mejor.

¿Mikey podrá seguir viviendo a sus anchas mientras quiera? ¿Será feliz con su ligue de 17 años? ¿Logrará remontar el éxito que tuvo en la industria porno? Eso sólo se descubre viendo Red Rocket.

La opinión expresada es responsabilidad del autor y no representa la posición del medio.

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