La política 
como comedia

“Bípedo implume que sabe reír” reza una definición clásica sobre el ser humano. No es casualidad que la risa juegue un papel tan importante. En la política, la risa se contrapone al totalitarismo. En el mundo del poder absoluto pocas cosas son tan peligrosas como reír. 

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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“Bípedo implume que sabe reír” reza una definición clásica sobre el ser humano. No es casualidad que la risa juegue un papel tan importante. En la política, la risa se contrapone al totalitarismo. En el mundo del poder absoluto pocas cosas son tan peligrosas como reír. 

La risa destruye encantos, vuelve absurdo el mundo, destensa y banaliza la realidad, es el antídoto por excelencia del poder. En su novela “La broma”, Milan Kundera subraya la paranoia del totalitarismo ante la risa. “Lo castigaron por tomarse a broma lo que ellos consideraban sagrado” En un régimen que quiere demostrarse absoluto la broma puede destruir el delicado encanto.

Quizás por eso los comediantes han decidido tomar un nuevo rol en el mundo. Más allá de la denuncia, muchos de ellos han decidido inmiscuirse directamente en la política para exhibir sus excesos y sus absurdos. El fenómeno obedece al mismo desgastamiento y pérdida de legitimidad que ha sido el motor detrás de los movimientos sociales antisistémicos en los últimos años. Sin embargo, si bien los movimientos sociales denuncian los abusos de poder, al hacerlo, muchas veces adoptan el mismo universo discursivo, rígido y cerrado, de a quienes denuncian. Por el contrario, el humor ataca desde un universo discursivo distinto y mucho más abierto, por ello puede muchas veces ser un arma mucho más eficaz contra el abuso del poder.   

En 2008 el comediante norteamericano Stephen Colbert anunció su precandidatura a la presidencia de Estados Unidos. El Congreso bloquearía su iniciativa, pero en algunas encuestas de Carolina del Sur, Colbert obtuvo el 5 por ciento de la intención del voto. Se especula que Obama, consciente del peligro que significaba para su campaña, presionó para que se le impidiera participar. La intención del comediante no era ganar la presidencia sino demostrar el absurdo del sistema político. En 2012 volvió a la carga, esta vez para denunciar los Comités Políticos de Acción, llamados PAC, que permiten a los candidatos recaudar fondos para su campaña bajo una normatividad laxa y opacidad en la rendición de cuentas. El PAC de Colbert juntó más de un millón de dólares que finalmente fueron donados a caridad. 

Un caso más reciente fue el de Beppe Grillo en Italia. Grillo es un comediante que en 2012 fundó su partido político para demostrar su desencanto con las autoridades. El partido de Beppe Grillo, bautizado Movimiento 5 Estrellas, no tiene ninguna orientación ideológica-política. Es más bien un partido que reune a los desencantados, que no es ninguna minoría, sobre todo si consideramos la naturaleza circense que ha caracterizado a la política italiana en los últimos tiempos.  Este año el Movimiento 5 Estrellas participó por primera vez en una elección legislativa y fue la gran sorpresa al obtener el tercer lugar, siendo el partido más votado. Para los politólogos italianos no hay duda, el Movimiento es el gran ganador de la elección italiana.

Ante los excesos de la política el humor puede ser el antídoto más efectivo. No solo porque pone al poder en tela de juicio sino porque desnuda sus absurdos y rompe sus espejismos. Para algunos la intromisión de comediantes en la política se trata de una mera provocación, para otros de una farsa que acaba por convertirse en lo mismo que denuncia, lo cierto es que cada vez más casos confirman que no se trata de un hecho aislado: Los éxitos de Stephen Colbert y Beppe Grillo dejan en claro que el humor sigue siendo una gran herramienta para luchar conta el abuso del poder.

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