La política del cariño
Les escribo desde el campamento que están haciendo sobre la Macroplaza los integrantes de la comunidad LGTBQ2 para defender de manera permanente sus derechos ante las leyes locales de la identidad de género, el matrimonio igualitario y la adopción. ¿Por qué hacerlo así? Porque tal parece que en este Mexico las causas se hacen a […]
Indira KempisLes escribo desde el campamento que están haciendo sobre la Macroplaza los integrantes de la comunidad LGTBQ2 para defender de manera permanente sus derechos ante las leyes locales de la identidad de género, el matrimonio igualitario y la adopción.
¿Por qué hacerlo así? Porque tal parece que en este Mexico las causas se hacen a resistencia civil ante la falta de representación en nuestros diferentes poderes, sobre todo el Legislativo.
Como este caso, hay más con diferentes problemáticas que nos atañen a las minorías, pero que en realidad afectan a las sociedades a raíz de entender que los problemas públicos son tan graves que el acto de hacer leyes o gobernar se queda corto y en el rezago de la realidad.
Quizá por esa razón, Pedro Kumamoto y otros jóvenes de nuestra generación no sabemos ya cómo entrar a eso que nos dijeron los adultos que, o es difícil o sólo es para los corruptos, los “buenos para nada” o la gente rica que quiere pasar sus intereses a costa de los demás.
De ahí mi conmoción al ver la campaña que se está haciendo y emprendiendo en Guadalajara por estas juventudes que van también en resistencia por todo lo que está pasando, pero que al mismo tiempo tienen la proeza de juntar firmas para al menos competir por llegar al Congreso, que siempre ha estado menospreciado ante los ojos de los mexicanos, ahora es una gran oportunidad para la apuesta de seguir abriendo camino a otra forma de hacer política.
La política del cariño, dice el video. Y a mí me enternece hasta las lágrimas ver las voces de jóvenes que están dispuestos a invertir (no gastar) su tiempo en las faenas históricas que, aunque desprestigiadas, nos corresponden.
Nadie lo va a hacer por nosotros y nada va a caer por propios pesos a sabiendas de la sociedad que sostiene la desigualdad, la violencia, entre muchas otras quejas.
Los tacharan de locos, de ilusos, de tontos, pero de algo podremos estar seguros. Esa política que no es politiquería es la que hará la diferencia. Aquella que pone el amor en lo que importa en la vida personal y social. A nuestro país, a nuestros padres, a la gente que sabemos que hoy no cuenta con las condiciones y oportunidades para tener algo digno que sea propio de su ser como habitante, como humano.
Si me pregunta qué va a pasar en el 2018, la verdad no lo sé. Pero la política del cariño pasará a la gran historia de transformar al país. Porque aquí, hablando con un gran luchador social por los derechos de esta comunidad gay, Mario Rodríguez Platas, él me cuenta que su abuela le decía “sólo uno puede defender lo que es de uno”.
Sí, este 2018 habrá personas buscando una oportunidad sin dinero, sin equipo, sin experiencia en la política, metiéndose en eso que nos enseñaron que no es posible: llegar al poder.
Qué cariñosa juventud la que está regalándonos lo más valioso: su energía, su cariñosa forma de hacer la nueva política.