La privatización de los bienes

1 > Con rostro ecuánime y gestos mesurados, con espavientos maquilados en serie por la fábrica de teatro de nuestra clase política, El Presidente le habla a su pueblo. Habla pausado, para que lo entiendan, es que no es tan fácil, ni ellos tan inteligentes. Pero hoy tiene una buena noticia, una gran idea: la banca mexicana será privatizada. 

“Hemos puesto a la venta empresas de un estado muy propietario” explica, cuidándose de no usar la palabra privatización, de no mencionar a las empresas extranjeras. No es necesario. Él está seguro que ellas si entenderán la sutileza de su mensaje: se las imagina salivando. El Presidente cierra su discurso con enjundia: “Esto va a generar miles de trabajos, va a generar grandes beneficios, vamos a modernizar a México.”

Y México, digamos, veinticuatro años después, agradece la gran visión de El Presidente. Cuando los bancos siguen en manos de esos mexicanos honestos y preparados a quienes fueron vendidos con gran tino. Veinticuatro años después, cuando los bancos generan miles de trabajos y grandes beneficios a la población de su propio país. Bancos competitivos internacionalmente, con comisiones bajas para sus compatriotas, con clientes satisfechos. 

2 > El Presidente vuelve a su asiento frente a la cámara. Acaso un arruga más ahí a la altura del pómulo, nada que un poco de maquillaje no pueda quitar. Tiene que encontrar su tono confiado, ese tono que ha practicado muy bien frente al espejo. ¡Y pensar que algunos lo llamaron cinismo! No señores, esto es talento, comunicación, elegancia, elocuencia, carisma… Que bonitas suenan todas esas palabras juntas. El Presidente anuncia que Telmex será subastado. Es momento de dar un paso hacía el nuevo siglo. Todos los grandes países ya lo han hecho y ¿qué? ¿a poco nosotros no podemos? Se siente emocionado y cierra con grandilocuencia: “¡Vale la pena compatriotas, es para el bien de nuestra gran nación!”

Y quién iba a decir que veinticuatro años después eso iba a rendir tan buenos frutos. En momentos en que no damos una y el nombre del país anda por los suelos. Justo cuando la selección pasa de panzazo al mundial y perdemos visibilidad en el mundo. Entre toda esa maraña de incertidumbres tenemos una sola certeza. Podemos decir que un mexicano ocupa el primer lugar en algo. ¡Tenemos al hombre más rico del mundo! Ahora con orgullo podemos decir que eso se lo debemos a la visión de El Presidente. 

3 > Y el pilón. ¡Por generoso! Es que así es él. Hoy va anunciar otra gran noticia: la subasta pública de Imevisión. Es hora de que la televisión esté en mejores manos, que verdaderamente sirva a la nación. Por eso el proceso se llevará a cabo con cuidado y minuciosidad, para que el proyecto sea viable y rinda frutos. ¡Y qué bueno! Porque de otra forma no tendríamos ahora todas esas grandes instituciones culturales del país: La Academia, a la querida Paty Chapoy, al señor Alatorre y toda esa parafernalia de figuras que tanto aportan a nuestra cultura, que tan en alto ponen nuestro nombre en el concierto de naciones. 

Con semejantes antecedentes ¿quién no querría más privatizaciones?

PD: Las empresas paraestatales distan mucho de ser la panacea. Son ineficientes y corruptas. Están permeadas de ese mismo sistema corrupto que en el sector privado ha llevado a abusos y monopolios. Por el momento la solución no está ni en el sector privado ni en el público, mientras haya los niveles de corrupción que existen ahora, ninguna privatización o nacionalización va a rendir frutos positivos para el desarrollo de México. Si EPN realmente quiere callar a los críticos y cambiar a México, ese es el problema que debe priorizar.