La promesa de ahorro de AMLO

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no se cansa de decir tonterías.  Eso no es novedad. Lo ha hecho durante décadas. Quién puede olvidar, por ejemplo, que cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal llevó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación su oposición al horario de verano en nuestro país.

Salvador Kalifa Salvador Kalifa Publicado el
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Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no se cansa de decir tonterías.  Eso no es novedad. Lo ha hecho durante décadas. Quién puede olvidar, por ejemplo, que cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal llevó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación su oposición al horario de verano en nuestro país.

No obstante las muchas insensateces que ha dicho y los incontables trastornos que ha ocasionado, hay quienes todavía consideran que sus propuestas son el camino para alcanzar un crecimiento alto y sostenido del ingreso y del empleo en México.

No me extraña que algunos piensen así. Tiene sus seguidores incondicionales, que le profesan un culto fanático. Más ahora que está convertido en un predicador del amor y la concordia, eso sí, mientras uno acepte a ciegas su visión de México y del mundo.

Hay, también, personas que sin caer en el fanatismo simpatizan con sus propuestas, pero me temo que eso sucede más por el desencanto con las otras alternativas políticas, que por la solidez y viabilidad del programa de AMLO.

En varias ocasiones he comentado la falta de sustento de sus propuestas, así como la imposibilidad de lograr el crecimiento que promete, entre otras razones, por su desdén de la inversión privada, particularmente en lo que toca a su participación en la producción de petróleo y electricidad en nuestro país.

En esta ocasión quiero poner al descubierto otra de sus charlatanerías. Me refiero a la promesa de campaña de que se va a ahorrar “300 mil millones de pesos nada más con el ajuste que vamos a hacer a los sueldos de los altos funcionarios públicos.”

Como todo lo que dice, sus promesas son muy vagas. Por ejemplo, en ninguna parte define qué entiende por “altos funcionarios públicos”. ¿Se refiere, acaso, a los secretarios y subsecretarios de estado? ¿Incluye también a los directores y subdirectores del gobierno federal?  ¿Están incluidos, además, los que trabajan en las empresas públicas y los gobiernos de los estados y municipios?

Considero que a falta de una aclaración específica en este sentido, uno puede inferir que está hablando del Gobierno Federal y de las partidas que aparecen en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), que incluyen a las empresas paraestatales pero excluyen a los gobiernos de los estados y municipios.

¿Cómo le va a hacer AMLO, entonces, para ahorrarse esos 300 mil millones de pesos en sueldos? Un vistazo al PEF para 2012 ayuda a contestar esta pregunta.

La primera columna del cuadro anexo presenta el desglose de plazas para las distintas dependencias del gobierno federal en Sectores,  Ramos, y las Entidades No Sectorizadas.

De estas últimas, la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos aparecen dentro del rubro de Energía, mientras que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado se presentan por separado.

Se excluyeron los Ramos Autónomos, que corresponden al Poder Legislativo, el Poder Judicial, el Instituto Federal Electoral, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, además de los Ramos de Información Nacional Estadística y Geográfica y del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.

El total de plazas que aparecen en el concepto Servicios Personales para todos los Ramos incluidos en el cuadro correspondiente es de 1, 725,549, con sueldos totales de 579 mil millones de pesos.

Como AMLO no define el nivel de ingreso que considera para lo que denomina un “alto funcionario público”, me tomé la libertad de hacer un ejercicio suponiendo que caen en esa situación las personas que devengan un ingreso igual o superior a los 500 mil pesos anuales. La segunda columna del cuadro presenta, por tanto, el total de plazas que caen en esa situación.

Finalmente, la tercera columna presenta, por dependencia, el total de ingresos anuales de todas esas personas.

Estas cifras permiten hacer, entre otras, las siguientes reflexiones:

Primero, el ahorro de 300 mil millones de pesos del que habla AMLO es más de la mitad de lo que contempla el PEF para sueldos en 2012, por lo que para lograrlo no basta con reducir los sueldos sino que tendría que despedir a todos los “altos funcionarios”, más de 360 mil personas.

No tengo nada en contra de reducir el tamaño del sector público, sólo que AMLO nunca ha dicho que lo va a hacer. El sólo dice que va a reducir los sueldos de los “altos funcionarios”.

Segundo, es altamente probable que AMLO tenga en mente a los funcionarios de las secretarías de estado, PEMEX y CFE, pero su problema está en que el 55 por ciento del total de las plazas de “altos funcionarios” que afectan el presupuesto federal está en el IMSS, por lo que tendría que despedir a casi la mitad del personal de esa institución para alcanzar su meta.

Tercero,  bien pudiéramos ampliar la definición de “altos funcionarios” para incluir a personas con ingresos anuales entre 200 y 500 mil pesos, lo que evitaría la desaparición de plazas, pero conllevaría reducciones de ingresos entre 60 y 80 por ciento para todos los afectados.

Cuarto, una disminución de ingresos de esa magnitud llevaría a dos resultados muy indeseables. Por un lado, las personas mejor preparadas dejarían sus puestos para buscar alternativas más atractivas en el sector privado.

En consecuencia, la calidad de la administración pública, que aún ahora deja mucho que desear y AMLO promete mejorarla, sería bastante peor.

Por otro lado, la reducción de ingresos para quienes no encuentren mejor alternativa sería una invitación abierta a la corrupción, de por sí un mal endémico en nuestro país, lo que entra en conflicto directo con la promesa de AMLO de combatirla.

La evidencia, por tanto, es muy elocuente. AMLO en esto, como en muchas otras cosas, no tiene idea de lo que está hablando.

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