Las balas no matan
Esto mismo, traducido al “fut”, podría explicarle este profesor a Miguel Herrera: Ni Marco Fabían ni Giovanni Dos Santos fueron jugadores que pesaran a lo largo de los 90 minutos en el golpeadísimo Mexico 3-1 Ecuador, pero en momentos de chispa y genialidad, anotaron los goles que nos dieron el triunfo. Cierto, el arquero de apellido Banguera colabora en el tercero con un estupendo cabezazo después que el disparo de “Gio” había pegado en el poste, por no decir fallado golpeando el poste.
Alfredo Domínguez MuroEsto mismo, traducido al “fut”, podría explicarle este profesor a Miguel Herrera: Ni Marco Fabían ni Giovanni Dos Santos fueron jugadores que pesaran a lo largo de los 90 minutos en el golpeadísimo Mexico 3-1 Ecuador, pero en momentos de chispa y genialidad, anotaron los goles que nos dieron el triunfo. Cierto, el arquero de apellido Banguera colabora en el tercero con un estupendo cabezazo después que el disparo de “Gio” había pegado en el poste, por no decir fallado golpeando el poste.
La baja del “Negro” es tan dolorosa en sus personas y en lo futbolístico como la del “Chapo” Montes, al que hoy le llaman “Chapito” para no relacionarlo con el del lado de los malévolos.
La lección…
A estas alturas del partido, nadie engaña a nadie, al menos que se quiera engañar, traducido nuevamente al “fut”, Miguel y su cuerpo técnico son los primeros que en el análisis frío del partido, saben que tanto Giovanni como Marco Fabián están muy lejos de ese real nivel mostrado por “Gio” desde hace varios meses en el Villarreal, en dónde incluso asume un papel de cierto liderazgo que no le conocíamos. Disfruta, goza, aporta, va a todas, asume riesgos, falla en ocasiones como todos pero se levanta rápido, ese “Gio” es el que tiene solo un par de semanas para clonarse dentro del rol que Miguel le pide en nuestro TRI, claro está que en su momento y después de “pasar de noche” por un buen rato, se incorpora a la jugada, recibe, se perfila dispara … ¡falla!, pero el buen Banguera le echa una mano para ese festejo monumental que nos muestra lo que trae por dentro.
Lo de Marco Fabián es muy diferente, apenas un buen semestre en Cruz Azul le bastó para ser primero sacado de la indiferencia del “Piojo” y su grupo, luego que lo observaran, luego más detenidamente, luego un seguimiento puntual, seguramente dialogó con el “Flaco” Tena acerca de la resurrección de “Marquito” en Cruz Azul, luego la oportunidad y hoy ante tanto golpeo al Tri en las bajas lamentables de el “Negro” Medina y Luis Montes, se abre la oportunidad para todos los mediocampistas del grupo para asumir roles más allá de lo que tienen acostumbrados en sus clubes.
No vamos a ver a Fabián de recuperador al estilo “Negrito” Medina, pero sí haciendo más labores de las llamadas de sacrificio, de las no lucidoras ante las necesidades de ajuste por esas bajas más que lamentables.
Un crucigrama para ‘El Piojo’
Las lesiones de Medina y Luis Montes se dan en la zona del campo en dónde prácticamente no había dudas.
En la parte baja de la media cancha con el “Negro”, un recuperador fino a pesar de traer siempre “un cuchillo entre los dientes” y que ya con el balón en sus pies no busca el lucimiento personal, sino al compañero, al que hay que cederle el juego y vuelta a su sitio acompañando la jugada.
En el caso del “Chapito”, el tema pasa además por su excelente manejo del balón, su conducción siempre con la cabeza erguida en busca del compañero, su tiro fácil y potente de media distancia a la portería rival, su fuelle incansable.
‘… El mejor jugador del Tri …’
Así lo llamó ayer el “Piojo”, al referirse a lo sensible de la baja de este jugador, pieza fundamental en el triángulo letal del campeón León.
Son pues dos bajas más que sensibles. Se trata de jugadores clave, perfilados sin duda a la titularidad en el juego inaugural ante Camerún. Ya sin ellos de forma definitiva, Miguel y su cuerpo técnico mostrarán mañana en el partido ante Bosnia cuál es el “Plan B”, de emergencia, para este caso seguramente nunca previsto ni imaginado, dos bajas por lesión grave en dos semanas, en esos puestos que sentíamos tan definidos, seguros y como una fortaleza de nuestro TRI. Claro, llorar no sirve de nada, hay que actuar con firmeza, ajustar y a la cancha… Así de fácil.