Las dos vías para el 1 de julio
El gran dilema es quién ganará el debate, pero el del primero de julio.
Como escribí este artículo antes de ver el esperado evento de anoche, me centré en la gran contienda por la nación que se decidirá en unos cuantos días.
La gran decisión se limita a dos caminos.
Las vías están muy claras y prácticamente desde mi perspectiva son dos: la que ha sostenido la macroeconomía de manera estable y que debe seguir, pero que no ha logrado cerrar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen.
Tatiana ClouthierEl gran dilema es quién ganará el debate, pero el del primero de julio.
Como escribí este artículo antes de ver el esperado evento de anoche, me centré en la gran contienda por la nación que se decidirá en unos cuantos días.
La gran decisión se limita a dos caminos.
Las vías están muy claras y prácticamente desde mi perspectiva son dos: la que ha sostenido la macroeconomía de manera estable y que debe seguir, pero que no ha logrado cerrar la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen.
Y por otro lado la de aquel que puede abrir una esperanza a quienes están en situación crítica, también aventar un lazo a los que se han preparado y trabajan, pero no tienen oportunidades o expectativas prometedoras.
También, es elegir entre seguir por donde la impunidad es la invitada principal en las mesas de la vida pública, de la mano con el dispendio exagerado.
O la otra vía, una alto en seco, un hasta aquí para comenzar a barrer las escaleras de arriba hacia abajo y que la corrupción entre en un esquema de “tolerancia cero”.
Debemos reconocer que llegamos hasta este límite de la inseguridad porque en parte fue gracias a la corrupción que los dineros no llegaron a los bolsillos de la gente, a los jóvenes que desesperados, muchos de ellos están hoy bajo “contratación” del crimen organizado.
Que las pequeñas mordidas que parecían insignificantes crecieron a tal grado y magnitud que lo que parecía un juego menor, se volvió una imparable bola de nieve.
Que la corrucpión nos alcanzó de tal forma, que para revertirla tomará mucho tiempo y nos costará no sólo dinero, sino un gran esfuerzo para volver a construirnos una confianza en la vida pública y entre nosotros mismos como sociedad.
Habremos de decidir si queremos caminar hacia lo necesario, o como bien lo dijo Sergio Aguayo en su libro “Vuelta en U”, regresar a un control por parte de la autoridad, con pérdida de libertades que ya la sociedad ha ido conquistando.
Las alternativas ante nosotros parecen similares a simple vista. Y tal vez con la mercadotecnia política pensaríamos que la mejor envoltura o el spot más repetido es lo que nos conviene.
Pero no podemos esperar un cambio si seguimos utilizando los mismos ingredientes.