Al ingresar los hampones en la orden de las Carmelitas Descalzas, se desintegraron las bandas y ya no fue necesario invertir cantidades ingentes de recursos en fuerzas policíacas ni en la construcción de más cárceles y cuarteles. Al menos en ese rubro, desapareció la corrupción de jueces y fuerzas del orden, se redujeron gastos presupuestarios destinados a la persecución de introductores y comerciantes del alcohol y nuestros vecinos del norte no se convirtieron en unos dipsómanos, según presagiaban con su bolita de cristal, los eternos clarividentes, unos más insolventes profesionalmente que los otros. ¿En qué sí se invirtió a cambio? En centros de prevención de adicciones alcohólicas y en el diseño de políticas educativas para prevenir dicho mal en los adultos del mañana. ¿Qué tal?
Según las estadísticas, la marihuana es la cuarta droga más popular en el mundo, después del alcohol, la cafeína y la nicotina, si es que a estas 3 últimas sustancias se les desea etiquetar como “drogas”. Al día de hoy en 18 estados de EU han legalizado la marihuana para usos médicos en pacientes que sufren de cáncer, epilepsia, esclerosis y dolores crónicos. Sí, pero han ido más allá: Colorado y Washington votaron por la legalización del consumo de la hierba, en el caso de adultos: cualquier mayor de edad podrá fumar marihuana en dichas entidades sin limitación alguna. ¿Existe alguna duda de que la liberación le ganará la carrera a la prohibición del consumo de marihuana y que, en el corto plazo se reformarán las leyes federales al respecto? ¡Claro que no! Todo es una cuestión de tiempo…
¿Qué debe hacer México? ¿Continuar persiguiendo a balazos a los traficantes de marihuana? ¿Espantar a la inversión extranjera y al turismo local e internacional con más decapitados? ¿Seguir ocupando las primeras planas de los diarios del mundo exhibiéndonos como un país de salvajes en estado pre revolucionario? ¿Aumentar aún más el gasto público para reclutar y capacitar a más fuerzas policíacas? ¿Desgastar la imagen del ejército en tareas que no le corresponden? ¿Construir más cárceles de alta seguridad en la inteligencia de que cada preso cuesta lo mismo que becar a un estudiante en Harvard, todo ello para que no se introduzca marihuana en Estados Unidos cuando ya muy pronto no será delito en aquel país ni sembrarla ni comercializarla ni fumarla, como hoy acontece con los cigarrillos?
Si el 70 por ciento del esfuerzo realizado por el gobierno mexicano se centra en el combate a los traficantes de marihuana, ¿por qué no imitar a Roosevelt, seguir el ejemplo de Colorado y Washington y Uruguay? Adelantémonos y legalicemos la marihuana, acabemos con el negocio, construyamos centros para la prevención de adicciones, contratemos médicos y maestros en lugar de policías y soldados. Ni debemos ir en sentido contrario de la modernidad ni nos convertiremos en un país de “pachecos”. Quien niegue la realidad es pitoniso frustrado, ignorante, retardatario o le conviene la prohibición.