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¡Liberen al Chapo!

“¿Qué?”... Lo está leyendo tan bien como lo hice anoche, al conocer de la marcha a favor de la liberación de Joaquín “El Chapo” Guzmán que se realizó en las calles de Culiacán, Sinaloa, ayer por la tarde-noche. 

¿Difícil de creer?... 

En un país en donde la impunidad es la “ley”, no lo es tanto. Aunque admito que anoche no dejé de preguntarme una y otra vez cómo era posible que eso sucediera justo con aquellos criminales que también han sido los responsables de las muertes de este país, a causa del combate policial por las drogas y el territorio. 

“¿Qué?”… Lo está leyendo tan bien como lo hice anoche, al conocer de la marcha a favor de la liberación de Joaquín “El Chapo” Guzmán que se realizó en las calles de Culiacán, Sinaloa, ayer por la tarde-noche. 

¿Difícil de creer?… 

En un país en donde la impunidad es la “ley”, no lo es tanto. Aunque admito que anoche no dejé de preguntarme una y otra vez cómo era posible que eso sucediera justo con aquellos criminales que también han sido los responsables de las muertes de este país, a causa del combate policial por las drogas y el territorio. 

En cuanto subí la foto del periódico El Debate a mis redes sociales, los comentarios múltiples salieron a flote. 

Si es justificado o no, si son “come lonches” a los que han comprado, si son los familiares de “El Chapo” y una serie de hipótesis sobre lo que no ha hecho ni la subida de la gasolina o el transporte público, las reformas o los desaparecidos de manera forzada: que la gente salga a la calle a manifestar sus ideas en contra de la detención del afamado criminal. 

Con frases como ésta o “Chapo, hazme un hijo” hombres encubriendo su rostro con otros caminando “codo a codo” –como diría Benedetti- han tomado el espacio público inmediato para hacer eco de su voz, en lo que suponen es un acto arbitrario por el que se debe asegurar la vigilancia del cumplimento de los derechos humanos, como la justicia para quien se acusa. 

Esas escenas son inéditas, pero por otra parte ya hemos sido testigos de las mismas. Al menos en Monterrey, nos hace recordar los narcobloqueos que hubo hace algunos años en la ciudad, de los que se supone eran “patrocinados” por los mismos cárteles. 

No sé cuál sea la sensación que te provoquen, pero tal pareciera que lo dejan a uno con ese sabor de boca de la indecisión, en donde no se sabe “si reír o llorar”. 

Porque si bien es cierto que vivimos en el país donde el narcotráfico es algo más que un delito federal, sino que ha creado complicidades en las esferas del poder como ha influido en nuestra cultura y hasta en la visión del país, también lo es que en algunas comunidades – compradas o no- representa una autoridad que a veces es mucho más fuerte, que las que se supone tenemos por Ley.

Es sumamente difícil afrontar el dilema ético que esto representa. 

En teoría, nada debería justificar la existencia de una pancarta en la calle que defienda lo indefendible. 

Es más, en un mundo “legal” eso sería más bien la expresión de cualquier pesadilla… Sin embargo, es una realidad –insisto: con pesos o no de por medio- que está arrastrando deudas importantes en la sociedad en la que vivimos. 

Al grito de “Liberen al Chapo” están esas comunidades que han sido abandonadas por las autoridades y que han visto en los delitos y sus delincuentes una madriguera en donde “cobijarse”, ante tal falta de atención que está, además y para variar, alimentada de corrupción o, simplemente, de falta de seguimiento puntual en los programas que deberían ser en ese gran supuesto de “prevención del delito”.

También es un botón de muestra de nuestra permisividad y flexibilidad ante quienes se supone que no solamente deberían dejar “caer todo el peso de la Ley”, sino que nuestro sentido de lo común, lo correcto y lo ético debería hacer mella para, por “selección natural”, hacer la diferencia entre quienes son los benefactores de una sociedad y quiénes son sus criminales. 

Pero no… En el país en donde vamos ciegos y “haciéndonos de la vista gorda” no cabe semejante posibilidad de encontrar las diferencias. 

Lo que sí vimos en estos días de manifestación es la ruptura de la sociedad mexicana. 

La que encuentra en el “narco” una solución y la que no… 

Porque en los tiempos del narcotráfico todo se justifica por un amor a la “jefecita”, a la “patria” y a la “tierra”, tenga o no tenga la razón el Estado. 

Por eso y por más que un loche, algunos salen a las calles a reclamar “liberen al Chapo”. Vaya país surrealista.

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