Los traidores a la patria
En un país de reprobados, en el que existen 40 millones de compatriotas sepultados en la pobreza porque no saben ni barrer, subsisten penosamente 60 por ciento de mexicanos en la economía informal. El 50 por ciento de los niños abandonan la primaria antes de concluir el último grado. Se recibe con título universitario apenas el 2 por ciento de la población estudiantil. Los jóvenes no entienden lo que leen en la secundaria ni saben practicar las operaciones aritméticas más elementales y escriben su nombre con faltas de ortografía.
Francisco Martín MorenoEn un país de reprobados, en el que existen 40 millones de compatriotas sepultados en la pobreza porque no saben ni barrer, subsisten penosamente 60 por ciento de mexicanos en la economía informal. El 50 por ciento de los niños abandonan la primaria antes de concluir el último grado. Se recibe con título universitario apenas el 2 por ciento de la población estudiantil. Los jóvenes no entienden lo que leen en la secundaria ni saben practicar las operaciones aritméticas más elementales y escriben su nombre con faltas de ortografía.
En este entorno de horror y de atraso, en el entendido de que en las aulas mexicanas se incuba la mediocridad, quien se niegue a ejecutar sin tardanza una reforma educativa de fondo no puede ser sino un traidor a la patria.
Si López Obrador, en sus demenciales ambiciones políticas ofrece a través de su pandilla de Morena, asesoría jurídica para presentar amparos en contra de las reformas educativas de modo que los maestros no puedan ser evaluados ni capacitados, se debe agregar a su ya conocida lista de cargos, la de traidor a la patria.
¿Quién puede negarse a una reforma educativa en México con tan solo salir a la calle? Si la “maestra” Gordillo, maestra en muchas artes siniestras menos en la de la educación, se organiza para impedir la superación académica de México por medio de la interposición de amparos para acelerar la involución de México en dirección al infierno, ella, nada nuevo, volverá a constituirse como traidora a la patria, junto con su cáfila de integrantes de la cúpula del SNTE.
Los abogados que lucran con sus clientes, los supuestos docentes que se resisten a demostrar su absoluta ignorancia académica, son también traidores a la patria porque, a cambio de unos pesos, se suman a la cancelación del futuro de millones de estudiantes y de jóvenes ávidos de hacer algo valioso en su existencia.
Negarse a establecer, por intereses inconfesables, bases constitucionales en el Servicio Profesional de Carrera Docente, es decir, lograr que México tenga maestros profesionales como ocurre en tantos países con sus consecuentes ventajas y beneficios para los egresados, constituye una aviesa puñalada por la espalda de la nación.
¿Progresista es quien reniega de la superación educativa y la ataca, a pesar de ser la gran panacea para lograr la justicia social?
Es evidente que tanto a López Obrador como a la “maestra” Gordillo, los ha envilecido la ambición de poder. Quien secuestra la educación de un país secuestra el futuro del mismo.
El PRI creó a estos monstruos como los sindicatos de Pemex, el SNTE y el de CFE, entre otros tantos más que tienen secuestrado el destino de México. Al PRI y solo al PRI le corresponde apartar de la garganta del país a estas sanguijuelas insaciables que atrasan severamente el merecido desarrollo de México.
¿Cuál debe ser el papel de la nación —no del gobierno—ante los traidores a la patria? ¿Qué tal organizar movilizaciones de padres de familia hartos de tener hijos fracasados y mediocres? ¿Los maestros pueden poner de rodillas al país? ¿Y los padres unidos decididos a construir un mejor futuro para sus hijos están pintados en la pared…?