Daba la impresión de que siempre estaban allí, en la escena pública, al pie del cañón. Esta imagen no se basó en una campaña extraordinaria de comunicación sino en su presencia mediática continua y en políticas públicas visibles. AMLO y Ebrard, cada quien a su manera, presentaron desde el principio su proyecto de ciudad y se aferraron a él, vigilándolo de cerca.
El contraste no podría ser mayor con nuestro actual jefe de Gobierno. Hay quienes lo quieren defender diciendo que se trata simplemente de una cuestión de “comunicación”, de que su equipo en ese rubro está fallando. Por eso es importante subrayar que la mayor parte de la comunicación de un jefe de gobierno depende de él mismo. La ausencia de Mancera en el espacio público solo puede entenderse como un vacío que el propio jefe de Gobierno ha dejado. Lo he dicho antes y lo repito, el problema de Mancera no es que no esté todo el tiempo frente a la cámara, sino que no tenga un proyecto de ciudad que valide su presencia pública, que le permita tener visibilidad.
Justamente allí yace el problema, su vacío de presencia se extiende a un vacío de proyecto que tiene a muchos de los que votaron por él decepcionados. A un año de gobierno hay más dudas que certidumbres. ¿Cuáles son las políticas públicas que llevará a cabo el jefe de gobierno? ¿Ideológicamente donde se sitúa Mancera? ¿Cómo le hará para reducir los altos niveles de criminalidad en la ciudad? ¿Cuál pues es su proyecto de ciudad?
La ciudad de México necesita un líder capaz de hacer frente a los muchos problemas que la aquejan. Para ello es muy importante que el jefe de Gobierno tenga un rumbo claro con políticas públicas específicas para llevar el proyecto a buen puerto. Al final de cuentas el trabajo de alcalde requiere una gran capacidad de gestión, administración y comunicación y a Mancera le hacen falta las tres.
La globalización ha creado un nuevo fenómeno a nivel internacional. Las ciudades están volviendo a adquirir una relevancia que en muchos casos incluso sobrepasa a la del Estado. El nuevo sistema internacional tendrá una tendencia cada vez mayor a girar en torno a ciudades más que a países. Shangai, Tokyo, Sao Paulo, Neuva York, Londres son hoy en día los motores de la economía internacional. En este contexto la Ciudad de México tiene que aspirar a competir con las llamadas Ciudades Globales. Esa fue parte muy importante del proyecto de Ebrard, pero cualquier proyecto requiere renovación y Mancera aún no parece tener esto claro.
Cierto, el desarrollo de una sociedad civil comprometida y, paralelamente, de dos gestiones que transformaron la ciudad, han convertido a la capital en un ejemplo de cambio, de políticas progresistas, de desarrollo económico para el resto de la república, pero una administración descuidada podría fácilmente acabar con lo que tardo tantas décadas en gestarse.
Tan solo unos meses antes de su toma de posesión muchos colocábamos a Mancera como serio contendiente para el 2018. Esta sensación parece desvanecerse, Mancera no ha estado a la talla de lo que requiere la Ciudad. Algún cambió importante tendrá que venir pronto, no se pueden desperdiciar seis años, no se puede sostener una gestión nadando de muertito. El PRD tendría que estar preocupado, si las cosas siguen así podría peligrar su bastión más preciado.