Mancera 
sin rumbo

El pasado 1 de Julio, Miguel Ángel Mancera ganó las elecciones a Jefe de Gobierno del DF con poco más del 63% de los votos. Una ventaja por demás holgada que en parte se debió a la buena imagen pública, pero cuyo factor determinante fue la gestión Marcelo Ebrard en el DF. En ese sentido, el triunfo fue mucho más un voto de aprobación a Ebrard que un entusiasmo desbordado hacia él. Aun así,  por su labor como Procurador General de la Justicia y su perfil de candidato ciudadano a muchos nos pareció un adecuado sucesor de Ebrard.

Emilio Lezama Emilio Lezama Publicado el
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El pasado 1 de Julio, Miguel Ángel Mancera ganó las elecciones a Jefe de Gobierno del DF con poco más del 63% de los votos. Una ventaja por demás holgada que en parte se debió a la buena imagen pública, pero cuyo factor determinante fue la gestión Marcelo Ebrard en el DF. En ese sentido, el triunfo fue mucho más un voto de aprobación a Ebrard que un entusiasmo desbordado hacia él. Aun así,  por su labor como Procurador General de la Justicia y su perfil de candidato ciudadano a muchos nos pareció un adecuado sucesor de Ebrard. No obstante, a unos meses de comenzado su gobierno su gestión ha sido decepcionante.

El principal problema es que carece de un proyecto para la Ciudad de México. Desde el principio de su administración Ebrard dejó muy en claro que tenía una idea de ciudad a la que quería aspirar. Para Ebrard el DF tenía que ser una ciudad de vanguardia; segura, cosmopolita y moderna. Quizás inspirado por los casos de ciudades como Medellín en Colombia y Curitiba en Brasil, el exjefe de gobierno del DF buscó transformar a la ciudad a través de la creación de espacios públicos y nuevos medios de transporte. Por el contrario, Mancera  parece carecer de los dotes de visionario. Hasta el momento su gran proyecto es una Reforma Política del DF. Nadie niega que esto pudiera ser interesante, pero para una ciudad que aspira a transformarse y así competir contra las grandes ciudades del mundo, el proyecto entrevé una visión un tanto limitada.

Mancera no debe de olvidar que lo que lo llevó a su actual puesto fue el proyecto de ciudad de Ebrard. De allí tendría que partir, retomando la idea general del exjefe de gobierno y agregándole ciertas características propias. No hay que olvidar que el mismo proyecto de ciudad de Ebrard heredó mucho del de AMLO. La continuidad de un proyecto con visión a largo plazo es justamente lo que ha determinado el éxito de la ciudad. Sin embargo, hasta el momento Mancera no parece tener una idea sólida de cómo continuar dicho proyecto. Su gestión se ha preocupado más por la forma que por el fondo. Así lo demuestran los cambios en el logo y el lema de la ciudad, un gasto innecesario. El jefe de gobierno tendría que preocuparse por dejar su huella de una manera más palpable en la ciudad que a través de logotipos. Bien haría en presentar un plan de ciudad siguiendo el modelo de los últimos años con un enfoque específico en algún tema. 

Por un lado están las necesidades básicas de la ciudad, el combate a la pobreza, la inseguridad y el transporte. Por otro, es también importante no descuidar las políticas públicas de vanguardia que implementó la administración anterior. Se equivocan quienes piensan que las carencias de la ciudad no permiten pensar en proyectos vanguardistas o de recuperación y embellecimiento de la ciudad.

Por eso es urgente que Mancera demuestre sus habilidades de liderazgo. En los pocos meses desde que tomó posesión ya ha cometido errores importantes: la jauría asesina, la negociación con los metrobuseros, o la innecesaria consulta para los parquímetros han puesto en entredicho sus capacidades de negociación política. 

Ciertamente aún queda mucho tiempo para recomponer el camino y Mancera cuenta con la capacidad y el gabinete para hacerlo. Sin embargo, es imprescindible recomponer el camino antes de que sea demasiado tarde. Para ello es necesario un proyecto de ciudad plausible e innovador que de rumbo y sentido a su administración.

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