El mensaje parece ir dirigido a AMLO, quién probablemente también está considerando postularse una vez más al acabar este sexenio. Por ello, para las aspiraciones presidenciales de la izquierda, las decisiones que tomen estos dos personajes en los próximos años serán vitales.
El aparato priista ha obtenido una fuerza importante con su regreso a Los Pinos, sacarlos de allí requerirá un esfuerzo especial, si alguien quiere vencer al PRI en 2018 tendrá que hacerlo de manera contundente.
Por su parte el PAN parece haber sufrido un golpe fuerte en estas elecciones, pero su cohesión interna lo ayudará a restructurarse y remerger como una autentica fuerza electoral de cara a 2018.
Los retos de la izquierda son muchos y uno de los más importantes tiene que ver con la coyuntura actual. De las decisiones que tome López Obrador en este proceso de impugnación dependerá mucho el futuro de las fuerzas progresistas. Si AMLO decide acatar el fallo de las instituciones a las que ha recurrido para impugnar la elección, entonces la izquierda tiene una posibilidad real de consolidarse ante la sociedad como una oposición responsable y digna que bien puede representar una alternativa viable en seis años.
Es posible que AMLO haya dejado atrás su idea de irse “a la chingada” y piense en intentar una vez más llegar a la presidencia. AMLO estará en su derecho de buscar la candidatura presidencial pero habrá que ver como reacciona la sociedad ante ello.
Lo más lógico para las fuerzas progresistas sería unirse en torno a una sola figura, ya sea AMLO o Ebrard para comenzar a construir su fuerza rumbo a 2018. De ellos, este último parece ser una figura más idónea por ser un político más moderno y pragmático, que no causa tanta polarización en la población.
Si el PRD y sus líderes deciden apoyar a Ebrard estarán apostándole a la opción más plausible. Es obvio que la izquierda partidista comulga más con AMLO que con Ebrard, pero es cierto también que en la política se debe ser más pragmático en busca de un fin último mayor, como podría ser la alternancia de Izquierda.
Nadie podrá reprocharle a AMLO lo que su liderazgo ha logrado para la izquierda y para la causa democrática en general, su gestión del Distrito Federal sentó los precedentes sobre los cuales los gobiernos posteriores han ejercido el poder.
Sin embargo, a reserva de lo que pueda pasar, se vuelve cada vez más evidente que no será él quién logré capitalizar todos esos triunfos de la izquierda.
Marcelo Ebrard por su parte tiene seis años para lograr consolidar un liderazgo que lo pueda catapultar a la presidencia. Tendrá dos tipos de retos importantes, los internos: tanto en la figura de AMLO como en el capital político que pueda generar Mancera en estos años; como los externos: en ese sentido el más importante de ellos será el lograr llegar a una población que en general, fuera del DF, conoce poco del actual jefe de gobierno.
Por ello, a pesar de que acabamos de vivir las elecciones presidenciales, la izquierda tiene que empezar desde hoy a pensar en su futuro, y para ello debe volverse más pragmática, más atractiva para un público más amplio, dejar atrás su afán de mártir para poder aspirar a algo más concreto y palpable como la presidencia de México.