Se le abre la puerta al final de cuentas, o la luz al final del túnel.
El pasado 7 de marzo, María Sharapova, una de las tenistas más importantes del planeta, usted y yo lo sabemos, confesó voluntariamente habérsele encontrado en su cuerpo, en un examen antidoping, una sustancia de nombre meldonium, incluida en algún medicamento que ella ingería.
Esto lo dijo de forma voluntaria, antes de que la Agencia Mundial Antidopaje saliera a señalarlo, como finalmente ocurrió.
Con esto, quedó suspendida de toda actividad deportiva, varios de sus patrocinadores, entre ellos Nike, Porsche, Tag Heuer, que no así las raquetas Head ni el agua Evian, decidieron romper lazos con ella.
Al final de cuentas hay dudas, hay gente que habla, que dice. Pero al final del camino esta sustancia no estaba prohibida el 31 de diciembre, sino hasta el primero de enero. Y por lo pronto la Asociación Mundial Antidopaje (WADA), ayer señaló que no es posible, cuando menos en sus alcances, saber cuánto tiempo con exactitud esta sustancia puede permanecer en el organismo antes de ser eliminada.
No es solo María Sharapova, son otros 119 atletas, la mayoría de ellos de origen ruso, lo cual hace levantar la ceja a muchos. Lo que no se vale en este caso es denostar y hablar de Sharapova dopada o que utilizó toda su vida sustancias prohibidas, porque esto es el clásico argumento de los amarillista, de los hipócritas, yo le diría incluso de los superficiales.
El tiempo le va a dar a cada quien la razón, pero por lo pronto se abre el camino para ver a María Sharapova y a muchos de esos atletas, que no todos, en los Juegos Olímpicos.
Que se haga justicia simplemente y que no se le tiren a la yugular así de gratis.