‘Mariposas’ contra la violencia
Ella tiene la mirada firme, pero es cariñosa a la vez.
La primera ocasión que nos encontramos me la presentaron en la universidad privada en donde estudia becada su carrera profesional.
Me contó su historia que quizá no sea lejana a la de muchas mujeres en la ciudad.
Víctima de maltratos y violencia verbal, tuvo que construirse su propio futuro sin rencores hacia sus victimarios.
Indira KempisElla tiene la mirada firme, pero es cariñosa a la vez.
La primera ocasión que nos encontramos me la presentaron en la universidad privada en donde estudia becada su carrera profesional.
Me contó su historia que quizá no sea lejana a la de muchas mujeres en la ciudad.
Víctima de maltratos y violencia verbal, tuvo que construirse su propio futuro sin rencores hacia sus victimarios.
Ahora luce como una joven feliz que tiene el sueño no sólo de terminar su carrera universitaria, sino está comenzando a inducir a más jóvenes como ellas a una formación educativa en la No Violencia.
Marisol. Así se llama.
A los 13 años se encontró con las mujeres fundadoras de Mariposas A.C., quienes desde hace años imparten conferencias, talleres y cursos que empoderan a las mujeres violentadas.
En una de esas actividades, Marisol se interesó en la esa forma de “ver el mundo” de las expositoras y fue como se fue involucrando en la organización hasta la fecha, convirtiéndose en la colaboradora más joven de la Institución.
Es ella misma quien me ha invitado a que conozca el trabajo que hacen.
Cuando entro me encuentro con mujeres solidarias ante el desánimo de otras por la discriminación o las violencias que solemos padecer (aunque actualmente ya no estamos tan solas en el tema porque cada vez crece más el número de hombres víctimas de la violencia).
Sus fundadoras se “desnudan” ante mí.
Sin tapujos me cuentan algunas historias que más que conmover me permite entender con mayor claridad en la vulnerabilidad que estamos las mujeres a pesar de vivir en la posmodernidad o en ciudades que a pesar de su desarrollo siguen siendo sostenidas por sociedades marcadas por el machismo.
En Monterrey, por ejemplo, me ha tocado incontables veces ser una intermediaria para resolver violencias de los hombres hacia las mujeres tanto en las zonas pobres como en las ricas.
Eso quiere decir que tenemos un visible rezago en la materia que aún no hemos podido resolver.
Tan sólo hace un fin de semana, despertando en domingo, tuve que ir a la Colonia Independencia para ayudar legalmente a una mujer que había sido golpeada en la madrugada por su esposo.
Escenas así se repiten y, lamentablemente, la mayoría en el silencio.
¿Se puede transformar el dolor? La mirada de estas mujeres me lo confirma.
Con determinación me cuentan las múltiples historias en donde bastó un comentario, una secuela física o un taller educativo como los que imparten para detonar otros procesos de impacto positivo para las mujeres, pero también para sus familias, incluyendo a los victimarios.
Es realmente difícil hacer algún cambio en este tema.
De hecho, habría que mencionar los esfuerzos loables que han hecho mujeres en el noreste del país para que al menos se discuta y se abran a consideración otras nuevas soluciones para confrontarlo.
Ahí tenemos a la incansable Alicia Leal de Alternativas Pacíficas, por mencionar un ejemplo modelo a nivel internacional.
En contra de esta situación, Mariposas A.C., está haciendo ese esfuerzo en conjunto con la sociedad a fin de lograr entornos pacíficos.
Su estrategia es válida: empoderar a las mujeres para que tomen decisiones que las transformen hacia la paz.
Necesitamos cada día más ciudadanos convencidos de que este tema existe sin obviar que es algo “tradicional” del qué hablar.
Al contrario, entre más organizaciones sociales y políticas públicas que estén dirigidas hacia la No Violencia contra las mujeres, tendremos un país socialmente menos tenso y conflictivo.
Podremos volar, como las mariposas.