‘Me hiciste el mejor’

Cuando la tensión y la intensidad se sentían el pasado sábado por la noche en la alberca olímpica de Londres, cuando se esperaba la última prueba del 4x100 combinado, el último evento en el que participaría Michael Phelps, probablemente en toda su carrera, allá en la intimidad de la alberca de entrenamiento en donde salen listos para su competencia, Phelps terminaba de hacer sus ejercicios de rutina, se acercó a la orilla, se sentó, se quedó viendo, dicen los que estaban ahí, es una parte intima, no tenemos la posibilidad muchos periodistas de entrar, le llamó a su coach Bob Bowman, platica

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Cuando la tensión y la intensidad se sentían el pasado sábado por la noche en la alberca olímpica de Londres, cuando se esperaba la última prueba del 4×100 combinado, el último evento en el que participaría Michael Phelps, probablemente en toda su carrera, allá en la intimidad de la alberca de entrenamiento en donde salen listos para su competencia, Phelps terminaba de hacer sus ejercicios de rutina, se acercó a la orilla, se sentó, se quedó viendo, dicen los que estaban ahí, es una parte intima, no tenemos la posibilidad muchos periodistas de entrar, le llamó a su coach Bob Bowman, platicaron algunas cosas, después se fundieron en un abrazo y lo que se alcanzó a escuchar fue:

‘Vamos, te toca ir  al agua’

Y de ahí a encontrarse con la historia. Se encontró primero con sus otros tres compañeros en el relevo y les dijo, palabras más palabras menos: “Vamos por todo, déjenmela con ventaja que yo mantengo la diferencia”, así que Matthew Grevers se tiró y dejó la ventaja en el dorso, después vendría Brendan Hansen en nado de pecho y ahí lo alcanzó el equipo de Japón, Kosuke Kitajima incluso lo rebasó, pero después vendría…

El enorme Phelps

En su estilo, el mariposa y ahí recompuso las cosas y dejó el relevo de Estados Unidos en la primera posición y que no perdería Nathan Adrian en estilo libre y que lo mantuvo a final de cuentas con esa medalla de oro.

Al final del evento, los cuatro se fundieron en un gran abrazo, Phelps con aquella gran sonrisa.

Hoy le sale la sonrisa del ser humano, no la del Dios Neptuno que tuvimos en los olímpicos de Beijing, y vaya, 18 medallas de oro, Phelps se acercó a la orilla y fue dándoles el famoso “Give me five” a muchos de los aficionados que se bajaron, que se amontonaban, rompiendo rara vez el protocolo de esta alberca y de estos Juegos Olímpicos.

¿Qué le dijo Phelps a su coach Bob Bowman?

Después se le preguntó esto y él dijo: “te agradezco que hayas hecho de mí el mejor nadador del mundo”, a lo que Bob le dijo, palabras más palabras menos: “Te lo merecías por todo lo que has hecho y has trabajado”, “me van a salir las lágrimas” dijo Phelps “a mí también” dijo el coach, solamente que Phelps bromeando le dijo al final: “Cuando menos yo las voy a poder esconder dentro de los goggles, a ti se te van rodar por la mejillas” y añadió: “no es que sea el mejor deportista de todos los tiempos, ni el mejor olímpico, Michael Jordan es el mejor basquetbolista y lo admiro, yo soy a partir de hoy el más grande nadador que ha existido”, esto finalmente lo señala Michael Phelps en una plática posterior.

Esa parte intima es la parte del ser humano maravilloso, aunque Mark Spitz, ese gran nadador de 1972 con sus siete medallas de oro, él de alguna manera no ha podido digerir que su gran récord haya sido rebasado por el propio Phelps.

Pero como dijo “El Tiburón de Baltimore”: “en algún momento estoy aquí para ser el primer Phelps y no el segundo Spitz, ni ninguno más”, Mark Spitz dice en una declaración que él duda que Phelps se retire y Phelps por otra parte dice: “no me veo nadando a los 30 años de edad”, le digo algo, es igual, lo importante es que él ya trascendió.

Es el más grande nadador de todos los tiempos

Ahí están sus récords, sus 22 medallas lo avalarán, cualquier cantidad de récords olímpicos y mundiales, pero lo más importante es que Michael Phelps vino a Londres a disfrutar, a responder y a trascender pero no para el mundo, ni para usted, ni para mí, sino para sí mismo, esa es la gran lección del Dios Neptuno que surgió del agua y se convirtió en el ser humano… Así de fácil.

Derrota a sus fantasmas

La medalla de oro de Andy Murray vale mucho más que el oro olímpico y me explico: de los cuatro grandes que hoy dominan el tenis, Roger Federer en los últimos 10 años ha estado entre los primeros y en los últimos cuatro o cinco ha estado Djokovic.

En medio de ellos Rafael Nadal, entre Nadal, Djokovic y Federer han dominado el tenis y por ahí se ha metido Murray que ha permanecido entre los cuatro, pero nunca alcanzando un Grand Slam, ha llegado a cuatro finales y de esas  le ha ganado tres Federer, ha perdido esas cuatro finales, es decir…

El siempre contendiente

El siempre finalista y nunca ganador, de tal manera que ganar en Wimbledon es otra cosa, hay quien cuestiona que este torneo no tiene que ver con un Grand Slam porque aquí no juegan cinco sets, excepto en la final; sin embargo Wimbledon siempre es Wimbledon y una medalla olímpica es una medalla olímpica.

Luego de que Federer le gana hace tres semanas, Murray le pasa por encima, le hace cuatro rompimientos seguidos en algo que no veía que le hicieran a Federer, de tal manera que Roger se queda en la orilla de este sueño del oro y creo que va a ser difícil que lo consiga dentro de cuatro años, pero nunca lo descartemos.

Por lo pronto el triunfo de Murray es algo así como quitarse ese chango que tenía abrazado a la espalda, nosotros diríamos se quitó la piedra del pípila, a final de cuentas es un triunfo que vale mucho más que el oro y por si fuera poco, en su casa… Así fácil.

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