Cuando el poeta irlandés, William B. Yeats, encumbró su famosa obra denominada “La segunda venida”, lo hizo bajó el precepto profético del regreso del mesías, cristiano o islámico -según su creencia- a la tierra.
Sin embargo, el poema describe mejor el ambiente que se vivía en la Europa de la posguerra en 1919. Desdenes de sufrimiento, incertidumbre y caos.
En ese sentido, el espíritu y figura mesiánica que siempre ha querido proyectar el líder de las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, acentúa una semblanza a la utilización de las principales líneas de Yeats en campañas como las del Brexit y Donald Trump; “Todo se deshace, el centro no puede sostenerse”.
Y así, a diecisiete días de la elección más importante de la historia contemporánea de México, todo parece indicar que el momento de la cuarta venida, es casi inevitable. Digo cuarta venida, no porque crea que la mera llegada de López Obrador a la presidencia sea mesiánica. No lo es, ni siquiera para su natal Macuspana. Tendrá mucho trabajo por delante para resarcir las heridas y los lastres del país, y por el bien de México, espero lo consiga si es que gana. Pero, lo digo porque, dentro de todo lo que no se dijo, y se dijo en el tercer y último debate -que fue más de lo que se ha dicho en todos los meses que llevamos de campaña- llamó la atención que el líder de Morena, dijera que en México han habido tres grandes transformaciones. Y que la victoria de su movimiento representaría la cuarta.
Ante ello, creo que tiene algo de razón. Pero sí algo nos ha enseñado la historia, es que es la misma historia la que juzga. Adelantarse a comparar su momento en la historia con la guerra de Independencia, las leyes de Reforma o la Revolución Mexicana, me parece precipitado.
No obstante, si creo que la llegada de AMLO al poder, representará el fin del sistema político mexicano como lo conocemos y hemos vivido desde el final de la Revolución.
Pero sobre todo, desde la concepción en 1929, del partido hegemónico de México. Aquél que para bien o para mal nos ha llevado a este momento de la historia. Si, un momento sofocamiento por la corrupción, la desigualdad y la violencia. Pero también, un momento en el que representamos a una de las veinte economías más desarrolladas del mundo, y en que a pesar de todo seguimos contando con grandes avances y con el potencial económico y social para ser un país desarrollado.
Sin embargo, no hay garantías. Las democracias son el modelo más imperfecto que hay. Pero el hecho, de que el cuarto momento histórico se produciría con el menor numero de muertos, nos debe hacer reflexionar sobre que tan bien o que tan mal estamos. Y es que, el único gran cambió de régimen o en su defecto, colapso de un gran imperio que no ha emanado de una gran guerra, es el de la Unión Soviética.
Con esto no digo que haya hecho falta más sangre para que hubiese un cambio verdadero. Pero sí me refiero, a que sí el arribo de López Obrador significará el gran cambio histórico, o solo será un cambio más en la historia, como el de Vicente Fox en el año 2000.
Porque a pesar de todo, Yeats también subrayo que: “Mera anarquía es desatada sobre el mundo, la oscurecida marea de sangre es desatada, y en todas partes la ceremonia de la inocencia es ahogada; los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad”. ¿Será? Al tiempo.