México, ¿Líder en derechos humanos?
En este sentido, la llegada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de Emilio Álvarez Icaza, en julio de este año, no puede pasar desapercibida. En efecto, su nombramiento no sólo dará luz y acentuará la sensibilidad internacional a nuestra realidad, sino que, asimismo, ya se constituye como un reconocimiento a la lucha inagotable de defensores de derechos humanos en nuestro país.
Emilio LezamaEn este sentido, la llegada a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de Emilio Álvarez Icaza, en julio de este año, no puede pasar desapercibida. En efecto, su nombramiento no sólo dará luz y acentuará la sensibilidad internacional a nuestra realidad, sino que, asimismo, ya se constituye como un reconocimiento a la lucha inagotable de defensores de derechos humanos en nuestro país.
Más allá de nuestra realidad interna, la designación de Emilio Álvarez Icaza como secretario ejecutivo (SE) de la CIDH debe ser leída como parte de un juego y reacomodo político de la propia Comisión: sería un claro indicador de cambios importantes en el seno del máximo órgano jurídico de la Organización de Estados Americanos (OEA). En efecto, el nombramiento de Álvarez Icaza, y sobretodo la renovación del secretario ejecutivo del órgano tras los 12 años de mandato del argentino Santiago Cantón, deben ser entendidos en un contexto de necesidad urgente de proteger a una CIDH puesta en tela de juicio por varios Estados americanos entre los cuales se encontrarían en primera plana Brasil, Ecuador y Venezuela.
La CIDH es un órgano reconocido a nivel internacional por su autonomía y por la fuerza de su labor para proteger a víctimas de violaciones de D.D.H.H. No obstante, los Estados críticos del organismo (muchos a los que la Comisión ha señalado la situación nacional crítica de los D.D.H.H) lo perciben como una presencia molesta que puede dañar su imagen internacional. Para los estados defensores del organismo, entre los cuales se destaca la delegación mexicana, la CIDH es imprescindible para ayudar a los Estados a que ellos mismos implementen las medidas necesarias para respetar plenamente los D.D.H.H dentro de sus fronteras. De hecho, la CIDH debe ser vista, ante todo, como al servicio de los Estados y su población.
Por ello, la renovación del secretario ejecutivo sería un claro mensaje de cambio con miras a fortalecer, efectivamente, la CIDH frente a la crítica. El perfil del elegido resulta asimismo muy interesante, por no decir estratégico. Álvarez Icaza no es abogado de profesión, ha sido sin embargo, un incansable defensor de los derechos humanos. Por ello, está claro que la CIDH busca en el mexicano un operador lo suficientemente hábil políticamente para ser capaz de defender a la Comisión en un momento en el que, además blanco de críticas, la OEA busca reducir su autonomía (y su alcance) a través de la reforma de su reglamento.
Para México, la elección de Álvarez Icaza representa la oportunidad de recuperar algo del liderazgo regional perdido ante países como Brasil, que casualmente ha sido uno de los iniciadores en el proceso de crítica y reforma de la Comisión con miras a debilitarla. Asimismo, el complemento de posición de la delegación mexicana defensora de la CIDH por un lado, y el hecho de que el nuevo secretario ejecutivo de la Comisión sea Álvarez Icaza, podría impulsar a México como uno de los líderes en la defensa de derechos humanos en América Latina.