Hay dos mensajes importantes en la designación que hizo ayer el CEN tricolor de Rubén Moreira como delegado especial en Nuevo León para las elecciones extraordinarias de la alcaldía de Monterrey.
El primero es que la capital regia será –a diferencia de la elección del 1 de julio una prioridad nacional para la cúpula priista.
El nombramiento del exgobernador de Coahuila viene respaldado desde el CEN tricolor que preside la senadora Claudia Ruiz Massieu.
La experiencia y los resultados de Rubén Moreira como operador electoral no están a discusión: logró retener para el PRI el año pasado el estado de Coahuila.
Moreira tendrá dos tareas urgentes en Nuevo León: lograr que el priismo de Nuevo León –dividido actualmente entre el grupo afín al exgobernador Rodrigo Medina y sus adversarios- cierren filas a favor de Adrián de la Garza.
El segundo mensaje con el nombramiento de Moreira es que Adrián de la Garza tendrá que abrirse y negociar con otros líderes priistas como Héctor Gutiérrez, Felipe Enríquez, Ricardo Canavatiy Abel Guerra si realmente quiere ganar la alcaldía de Monterrey. Adrián no puede darse el lujo de perder un solo voto.
Moreira dará garantías para que se cumplan los acuerdos y se deje a un lado la desconfianza que existe actualmente entre los priistas de Nuevo León.
Los “oficios” de Waldo
Luego de su fracaso en la elección del 1 de julio, el gobernador Jaime Rodríguez estaba destinado a la orfandad por su debilidad y falta de control político en el estado.
La salida de Jaime de la gubernatura era un tema recurrente en las mesas políticas de Monterrey y de los empresarios de San Pedro.
“El Bronco” se vio obligado por sobrevivencia a dejar a un lado su orgullo y construir puentes con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y su contrincante de campaña.
No fue una tarea fácil para Rodríguez romper con la desconfianza que tenía López Obrador y su equipo de colaboradores.
Hoy en México no existe un gobernador que haya sostenido más reuniones como Jaime con los integrantes del gabinete de López Obrador para lograr cabildear apoyos en el próximo presupuesto federal para Nuevo León.
Una persona clave para conseguir estos “amarres” entre Rodríguez y el equipo de López Obrador ha sido el exdiputado federal Waldo Fernández desde la Oficina del Gobierno de Nuevo León en la Ciudad de México.
En 4 meses Fernández hizo visible un cargo que no existía para nadie.
¿Quién se acuerda de Jorge Arrambide, su antecesor?
Waldo no hizo caso de los manuales del político tradicional o quizás le avisó que ese cargo era una oportunidad para tirarse a la hamaca.
Hoy por los oficios de Waldo se han asegurado recursos para tres obras prioritarias para Nuevo León en el próximo Presupuesto: la Presa Libertad en Montemorelos, la compra de vagones para el Metro y la modernización de los penales estatales, proyectos anunciados por López Obrador para el 2019.
Hoy Waldo puede dejar el gobierno de Nuevo León sin remordimientos y aprovechar para su proyecto político el terreno que ha construido con el nuevo gobierno federal.