El narcotráfico es la actividad criminal más rentable del mundo.
El “narco” convertido en un emprendedor delictivo que abarca más que un espectro de lo ilegal y más allá del mundo de las drogas dejó de comportarse como un delincuente. Ahora, sus cadenas de producción, distribución y financiación se parecen más a las de Wal-Mart que a la común y corriente imagen que tenemos del crimen organizado, de hombres robustos, de sombrero a bordo de una pick-up.
Por ello, que alguien tan reconocido como el general Michael Flynn, un demócrata, que cambió todas sus visiones a pesar de haber sido elegido por Obama como director de Inteligencia Militar del Pentágono y ahora elegido por el presidente electo Donald Trump para encabezar el Consejo de Seguridad Nacional, continúe con la retórica de que el narco mexicano está coludido con las redes de islamistas radicales de Medio Oriente dice más del personaje y de Trump que del narco.
Los personajes recientemente elegidos para encabezar posiciones estratégicas dentro de la administración del Presidente electo de Estados Unidos, describen mucho de lo que será su gobierno. También hablan mucho de su temperamento, la toma decisiones y el equilibrio técnico-político de su administración, así como de la inseguridad en su política de seguridad nacional, que incluye migración, libre comercio y seguridad.
Trump ha seleccionado como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a Mike Pompeo, un joven congresista republicano de Kansas, caracterizado por defender algunas de las causas más controversiales de la seguridad en Estados Unidos, como la continuación de Guantánamo.
Y la tentativa de nombrar al general de cuatro estrellas y actual Jefe del Estado Mayor Conjunto (JCOS), John Mattis, marcaría un precedente sin igual.
Se trataría de elegir a dos militares en dos de los tres puestos más importantes en seguridad nacional. Una especie de salto a la militarización de la política exterior de Estados Unidos.
Sin embargo, las declaraciones de Flynn y la retorica de personajes como Pompeo y Mattis, también revelan la ignorancia en torno a la amenaza que representan los cárteles mexicanos. No defiendo ni por error a los grupos que tanta sangre han derramado en nuestro país, por el contrario, creo que este tipo de declaraciones no hacen más que demeritar y subestimar el poderío del narco.
Tan sólo Joaquín “El Chapo” Guzmán, el jefe del crimen organizado supuestamente más rico del mundo -según Forbes- traficó alrededor de quinientas toneladas de cocaína a Estados Unidos. Al menos 500 mil personas cruzan de manera ilegal la frontera con Estados Unidos. Es decir, las redes terroristas no necesariamente necesitan el apoyo del crimen organizado trasnacional o del narco en México para lograr que un extremista cruce la frontera. Eso sin contar que el mayor riesgo de nuestro vecino del norte son, hoy por hoy, los lobos solitarios.
Y si bien, en 2010, la CIA logró desarticular un complot para asesinar al embajador de Arabia Saudita en EU, Adel Al-Jubeir, que incluía la participación de Hezbollah, contactando a una célula de Los Zetas para cruzar al agente que realizaría la operación, ésta resultó ser un señuelo para confirmar la supuesta relación entre células terroristas y el narcotráfico mexicano. En realidad, el representante de Los Zetas era un agente encubierto de la DEA.
En el tablero de lo ilegal que muchas veces se roza con los intereses de seguridad nacional, no hay reglas. Por tanto, el negocio del narcotráfico en México es un interés económico, y el narco no anda en burro, difícilmente se verían inmersos en algo que les traería mayor atención de la deseada con operaciones de este tipo.
No obstante, sí, el mayor productor de opio en el mundo es Afganistán. Y sí, grupos como Hezbollah sobreviven del tráfico de drogas, pero no hay que mezclar peras con manzanas. El narco, nos guste o no, continuará siendo utilizado por las agencias de inteligencia internacionales como ojos y oídos en ese mundo oscuro de intereses que más veces que pocas coinciden.
El narco no anda en burro
El narcotráfico es la actividad criminal más rentable del mundo.
El “narco” convertido en un emprendedor delictivo que abarca más que un espectro de lo ilegal y más allá del mundo de las drogas dejó de comportarse como un delincuente.