Rompiendo todos los protocolos de la Liga, todos los protocolos del buen conducirse, en este fin de semana se juegan los campeonatos de las Conferencia Americana y la Nacional, el Comisionado decide ir a Atlanta para el partido con los Empacadores de Green Bay, hasta ahí todo bien.
La semana pasada hizo lo mismo, fue a Atlanta pero le dio tiempo después de viajar a Kansas City y ver el partido, o una buena parte del partido contra los Acereros de Pittsburgh.
Ahora que solamente tiene dos partidos por definir, decide después del juego en Atlanta, no viajar a Foxboro para presenciar el juego entre los Patriotas y los Acereros, lo que señalaría el protocolo.
Al final de cuentas ya estuvo en Atlanta, podría comenzar por no ir a Atlanta pero sí a Nueva Inglaterra.
¿Qué es lo que ocurre?, algo muy simple. El Comisionado se ensañó hasta más no poder en el famoso tema de los balones desinflados que nunca nadie pudo comprobar, no solamente con Tom Brady, el quarterback, el ícono de la NFL, el más mediático, sino con la franquicia de los Patriotas de Nueva Inglaterra.
El dueño del equipo, el señor Kraft, sí, el de los quesos Kraft y Philadelphia, interpuso demanda, contra demanda, contra demanda, se gastaron cerca de 7 millones de dólares en abogados, en una especie que llamaríamos amparo, para que Brady jugara la temporada pasada hasta ganar el Super Bowl, y después el Comisionado insistió hasta castigar cuatro partidos al mariscal de Nueva Inglaterra.
¿Y qué pasó?, pues el equipo de los Patriotas de Nueva Inglaterra está en la gran Final, no pudo con sus mañas el señor Goodell que se ensañó con Nueva Inglaterra.
El resultado, no es bienvenido por el presidente del equipo, no es bienvenido por los jugadores, no es bienvenido por la organización, no es bienvenido por el público.
El señor Goodell se quedará a festejar con una copita de champaña al ganador de Green Bay y Atlanta.
Así o, ¿zacatito pa’l conejo, señor Comisionado?
