Cuando asistimos a la época de las grandes alianzas y de la globalización; cuando el mundo abre sus puertas a la inversión extranjera para generar riqueza y empleos, y en Europa se derrumban las fronteras para favorecer la expansión y la consolidación de la Unión Europea; cuando en el orbe se vive un momento de apertura y oxigenación, México se amuralla en términos petroleros perdiéndose en discusiones estériles cuando las respuestas de la experiencia energética internacional están a la vista de todos, salvo a la de quienes se niegan a ver movidos por intereses inconfesables.
¿Por qué ignorar la experiencia cubana con Repsoll y otras tantas compañías petroleras asociadas? ¿Y la Noruega con sus 650 mil millones de dólares de reservas gracias a una explotación inteligente y compartida de los manantiales del Mar del Norte?
¿Por qué no estudiar el experimento brasileño que, en un sola década, logró que Petrobras se ubicara entre las primeras cinco compañías del ramo en el mundo con un éxito notable en lo referente a la captación de divisas y a la generación doméstica de riqueza?
¿Los brasileños son menos nacionalistas que los mexicanos? ¿Y los españoles? ¿Y los ingleses? ¿Por qué los demás sí pueden y México se encuentra empantanado en el tema?
La respuesta es muy sencilla: nuestra sociedad está mucho más desarrollada y avanzada que la clase política mexicana, la que está destruyendo a pasos agigantados al país, desde el momento en que es incapaz de llegar a acuerdos prácticos para construir un mejor presente y un mejor futuro.
Las encuestas revelan, con meridiana claridad, que la nación está a favor de la apertura, de la explotación inteligente del patrimonio energético de México, sin traumatismos indígeno-nacionalistas suicidas. Nosotros le llevamos una gran delantera al gobierno.
Está a la vista que Pemex es la única empresa petrolera monopólica en el mundo que se encuentra quebrada.
Está a la vista que los millones de mexicanos sepultados al día de hoy en la miseria no se han visto beneficiados por la explotación estatal del oro negro.
Está a la vista que Pemex, sálvese el que pueda, ha sido una magnífica cantera de bandidos que se ha enriquecido con el patrimonio de los mexicanos.
El gobierno federal ha sido un pésimo empresario y Pemex operado por priístas, panistas o perredistas, invariablemente será el mejor ejemplo mundial de putrefacción e ineficiencia administrativa como se demuestra hasta nuestros días y, sin embargo, a pesar de todo lo anterior, y de poder constatar la experiencia petrolera internacional, desperdiciamos estúpidamente nuestra colosal riqueza energética al destinarla a sueldos y salarios burocráticos, al tiempo que nos abstenemos de aliarnos con los poderosos para detonar la economía nacional como nunca se ha visto, entre otras razones, porque Pemex y México están secuestrados por su sindicato.
A México le espera la quiebra financiera y la efervescencia social si Peña Nieto no lleva a cabo la reforma energética anunciada en su campaña, dado que el 40 por ciento del presupuesto federal de egresos depende de las exportaciones petroleras, mismas que están amenazadas por el agotamiento irresponsable de los pozos… en materia petrolera no daremos ni un paso atrás, pero ¿tampoco uno adelante…?