El presidente de Rusia, Vladimir Putin, sin duda uno de los hombres más poderosos de este planeta, uno de los grandes líderes, estemos o no de acuerdo en muchas cosa con él, se avienta el día de ayer, en lo que sería el equivalente a un informe presidencial o la visita del presidente de Estados Unidos al Congreso, dos situaciones absolutamente imperdibles.
La primera tiene que ver con el precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump. De hombre ejemplar no lo baja, es decir se mete a la discusión que correspondería solo a los norteamericanos o solo al partido republicano, pero eso se lo dejamos a los internacionalistas.
Por el otro lado, dice que él tiene un candidato al Premio Nobel de la Paz y se llama Joseph Blatter…
“No me ayudes compadre”, le podría decir Blatter en cualquiera de los idiomas que él habla, desde el alemán hasta el español.
“No me ayudes”, ¿por qué?, porque el que sea el presidente de Rusia el defensor a ultranza de Blatter he incluso así públicamente, al tiempo que la elección de Rusia y ya no digo de Qatar, son cuestionadísimas en el mundo del futbol por el tema de la corrupción. Se compra a billetazos esa sede por parte del Gobierno ruso, es algo que no le puedo probar, pero si tiene plumas de pato, pico de pato y nada como pato, todo apunta a que sea un pato.
Y habría que recordar que el tándem de Estados Unidos e Inglaterra eran strikes cantados para llegar a esta conclusión, a ser sedes, pero eso es otra cosa.
Pero el hecho de que sea Vladimir Putin quien salga a defender a Joseph Blatter en las circunstancias del Mundial de Rusia, pues hace el caldo más gordo a los detractores, a los que están investigando, a los que están buscándole a Blatter, que se ha defendido muy bien, según una carta que el envío no tiene nada que esconder.
Y seguramente no tiene nada que esconder desde el punto de vista legaloide, porque falta el papelito rosa, porque esto no se metió a tiempo, pero caray, de que tiene las manos manchadísimas, mire ni con 20 servilletas de esas que se utilizan en los restaurantes suizos.