#nosoyseñorita

No recuerdo algún momento sentirme fea. Vaya, que me viera al espejo y me dijera: “qué fea estás”. Sí recuerdo algunas comparaciones que surgieron con la edad, sobre todo en la adolescencia. 

En un país de patrones de belleza estandarizados, me surgieron dudas: Y, ¿si no soy tan alta?, ¿si no estoy tan delgada?, ¿si no me crecen los senos? 

¡Terror! Sí, eso es lo que se siente cuando sin profundizar demasiado todo te grita que debes caber en una caja de medidas perfectas y exactas. 

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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No recuerdo algún momento sentirme fea. Vaya, que me viera al espejo y me dijera: “qué fea estás”. Sí recuerdo algunas comparaciones que surgieron con la edad, sobre todo en la adolescencia. 

En un país de patrones de belleza estandarizados, me surgieron dudas: Y, ¿si no soy tan alta?, ¿si no estoy tan delgada?, ¿si no me crecen los senos? 

¡Terror! Sí, eso es lo que se siente cuando sin profundizar demasiado todo te grita que debes caber en una caja de medidas perfectas y exactas. 

Algo dentro te dice que aunque no te asumas fea ni tus padres piensen eso, jamás serás “Señorita Reina de la Primavera”. 

A mi edad, me doy cuenta de que esas expectativas sobre la belleza de la mujer siguen deambulando, algunas con mayor fuerza que otras, pero no se van. 

Admito que de teoría sé muy poco, pero la intuición me dice que es un problema no resuelto. 

Que aunque me la ponen rebuscado para entenderlas, entiendo a partir de tal sentido común, la rebeldía de un grupo de alumnas de la Universidad Autónoma de Nuevo León a un concurso de belleza. 

Lo que más me sorprendió no fue su iniciativa, porque de algún modo es un debate que en los últimos años nos hemos confrontado. 

Donde no quepo de asombro es en las reacciones violentas que ha generado hacia el Colectivo Quimera. Y, aunque desde la otra perspectiva también exista violencia, deja mucho para reflexionar. 

Hace unas semanas estuve en Medellín, Colombia. Nos invitaron a un evento que desde su nombre me intrigó: “Mujeres talento”. 

Un concurso que sustituyó al de belleza tradicional, fundado por Lucrecia Ramírez, psiquiatra y  autodenominada “Primera Mujer” –ella decidió eso para suprimir “Primera Dama”, actual esposa de Sergio Fajardo. En colaboración con instituciones públicas del Gobierno de Antioquia para que más bien se tomaran en cuenta las bellezas que nos dan seguridad y no que nos comparan. 

¿En qué consiste? Lucrecia lo explicó: “Era imposible que yo participara de la selección de mujeres objeto. 

“Muy respetuosamente contesté que no podía (organizar el concurso de belleza tradicional) y que en cambio iba a pensar en una manera distinta de ver a las mujeres (…). 

“Esto no era un capricho, ni era que yo detestara a las mujeres bonitas ni era que yo no pudiera con las reinas de belleza. No”.

Su argumento: “El conocimiento científico nos habla de la cosificación o también conocido como objetualización.Son dos términos que se refieren a un concepto que indica que cuando un ser humano tiene una experiencia propia de ‘objeto’, de ‘cosita’, de ‘florero’, inmediatamente su psique se transforma porque empieza a considerarse a sí misma un objeto de transacción comercial.

“Cuando me considero así comienzo a tiranizarme a mí misma, empiezo a tratarme distinto porque pierdo dignidad, con base en ese concepto es que no podemos seguir pensando en los reinados como una alternativa social del desarrollo”. 

Lucrecia está convencida que los reinados de belleza atrasan. 

Porque entonces pensamos en función de lo que los demás esperan de nosotras y no nuestra propia percepción de belleza. 

“Los reinados siempre indudablemente nos hacen pensar, ¿a mí qué me falta? En mi cuerpo como objeto y no como sujeto”, reafirma. 

Siendo testigo del ímpetu de las concursantes, de la reafirmación de sus bellezas como sus liderazgos en el deporte, el arte, la ciencia, la política, estando viendo como un evento “superfluo” puede cambiar la percepción, considero que si le apostamos al desarrollo de las mujeres, se vale tener concursos, pero de mujeres-sujeto. 

Protagonistas, capaces y bellas porque así nos reconocemos. 

Al menos, ese día, ninguna de las participantes tenía que ser “señorita” para reflejarlo. 

Y, ese, creo que en medio de las violencias que está generando esta polémica –preocupantes, sin duda-, es el sentido de tener concursos para dignificarnos como mujeres-sujeto. Mujeres talento. 

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