Por mi culpa
Gatorade -que no patrocina esta columna- felicitó a la medallista Paola Espinosa por su primera hija. Incendiarias las usuarias, sí en femenino, de las redes sociales rápidamente se dividieron (pendejamente, déjeme usar esa palabra soez) en dos: el castigo a la empresa por aprovechar la ocasión para reforzar el estereotipo que recarga en la maternidad el único propósito de ser mujer y quienes defendieron a nuestra medallista olímpica.
Indira KempisGatorade -que no patrocina esta columna- felicitó a la medallista Paola Espinosa por su primera hija. Incendiarias las usuarias, sí en femenino, de las redes sociales rápidamente se dividieron (pendejamente, déjeme usar esa palabra soez) en dos: el castigo a la empresa por aprovechar la ocasión para reforzar el estereotipo que recarga en la maternidad el único propósito de ser mujer y quienes defendieron a nuestra medallista olímpica.
Le confieso que leyendo cual cantidad de comentarios, me confundí a la hora de decidir cuál era mi postura. Yo que no tengo hijos y que nunca he ganado una medalla olímpica porque los partidos de basquetbol de mi infancia no cuentan.
Dí con la respuesta de Espinosa. Sentí su SÍ en mayúsculas como un reclamo al estilo “dejen de joder con mi felicidad” al respecto de que su mayor medalla es su maternidad. Intenté ponerme en sus zapatos. Sobre todo porque -no voy a ser modesta y tápese los ojos si no quiere leer lo siguiente- yo también soy una mujer exitosa, reconocida en mi campo internacionalmente y “empoderada”… ¿si fuera yo la recién madre?
Entonces, redacté en mis redes sociales un texto que se ha viralizado. Ahí apelo sarcásticamente a que sólo una mujer que ha ganado una medalla olímpica tiene ese derecho de comparar eso con su decisión de ser madre y saber si se siente igual.
De inmediato, aparecieron mujeres que dicen ser feministas a cuestionarme sobre el trillado heteropatriarcado. Que, por supuesto, vivimos en este mundo de machismos y machos con privilegios.
No obstante, me llamó la atención cómo también conmigo se fueron a la yugular y a “quemarme en leña verde”. Mujeres que no me conocen y otras a las que no les he visto hacer en la realidad feminismo. Es más, mujeres que se dedican a enrolarse en una bandera feminista en la que descalifican a las que no desayunamos, comemos ni cenamos ni cagamos ni ganamos dinero por el feminismo.
Estoy convencida que no es necesario sobrejuzgar para ser escuchadas ni recargar las frustraciones de un mundo machista que oprime sobre nosotras mismas, pero también del valor de ponernos en el lugar de la otra mujer.
Se siente una “masa” que oprime la capacidad de tener opinión propia cuando ves que otras mujeres salen a darte instrucciones de lo “mal” de tu feminismo o insinuar lo “tonta” que eres por el “feminismo pop” que te cargas. Al menos, a mí me ha tocado saber de ese tipo de cuchicheos sobre mi persona. Aunque a mí como a Paola Espinosa, afortunadamente, la bandera feminista no nos da de comer.
#yoconfieso algo políticamente incorrecto.
Pero, ¿de qué me he dado cuenta?
Que hay mujeres muy frustradas que sacan sus complejos, miedos y prejuicios a la hora de juzgar a otras por su “mal feminismo”.
Ellas sí tienen todo su tiempo para ser jueces de lo que critican. Sí pueden darte una lista de lo que haces bien o haces mal. Sí te pueden poner de ejemplo para destrozarte en sus debates de ocasión.
Por eso, yo también salgo a la defensa de mí y de las mujeres que sí son exitosas en lo que hacen porque no podemos seguir así.
El debate es sano, pero el debate sobre las decisiones de las personas es ridículo.
A mí se me agota el respeto a las feministas que creen que son perfectas porque hablan de feminismo todo el tiempo.
Pero, con perspectiva creo que podrían dejar de ponerle tanta atención a mujeres que lo único que están haciendo es eso: hacer su propio camino.
Dejar de jugar a la sororidad de saliva y de memes, de regaños y castigos, de burlas sin sentido, podría aportar a abrir el diálogo.
Atte, el feminismo pop -como alguna vez me lo dijeron- de una mujer exitosa, que porta el apellido de su esposo, en el urbanismo (mundo de hombres, por cierto). Para que de antemano no se ofendan y porque hoy se me dio la gana tener el tiempo para escribir tantito sobre eso.
Felicidades Paola Espinosa por tu decisión de ser madre, no hay nada como ver a una mujer feliz. Porque así como tú con mis propias decisiones e ideas yo soy feliz, “por mi culpa”.