Peatonalizar la ciudad
En una ciudad diseñada para el tránsito de los automóviles y no de las personas, es perturbador darse cuenta que “nacimos con piernas, no con llantas”.
Al menos esa impresión me da cada vez que lo menciono. Aunque es una observación sencilla, parece que eso resulta provocador en un contexto como Monterrey que, precisamente, se ha convertido en una de las ciudades más congestionadas por el tráfico y con aire contaminado para respirar.
Indira KempisEn una ciudad diseñada para el tránsito de los automóviles y no de las personas, es perturbador darse cuenta que “nacimos con piernas, no con llantas”.
Al menos esa impresión me da cada vez que lo menciono. Aunque es una observación sencilla, parece que eso resulta provocador en un contexto como Monterrey que, precisamente, se ha convertido en una de las ciudades más congestionadas por el tráfico y con aire contaminado para respirar.
En esas condiciones era inevitable que el debate de la invasión del automóvil en los espacios públicos inmediatos como las calles o las banquetas, llegara a la agenda pública. No sólo sucede en esta ciudad sino en muchas otras de América Latina.
Los planificadores y los ciudadanos, principalmente, se están haciendo preguntas sobre cómo generar otras alternativas de movilidad urbana que, además, aporten un medio ambiente sano para la preservación de nuestras vidas.
Lamentablemente, a pesar de que el debate comienza a gestarse, este es un movimiento contra-corriente.
Primero, porque no contamos con una población sensibilizada hacia el tema.
Parece que es una sorpresa entender que una bicicleta es un vehículo, que el traslado en metro o en bus puede ahorrarnos el embotellamiento, que usar nuestras piernas para caminar distancias cortas hace que generemos energía propia.
Y aún con esto los regiomontanos quieren seguir yendo a la tienda en auto, comprando autos, cambiando de auto cada año –los que pueden-.
El sistema económico nacional e internacional no ayuda en nada.
Por cada tecnología nueva que permite crear autos con otras fuentes de energía o estaciones de bicicletas públicas en algún lugar del mundo, la industria automotriz sigue generando ganancias en muchos países del mundo.
Esto sin contar el mercado negro que también alimenta a la tecnología automotriz “chatarra” que llega a nuestros países.
A lo anterior, hay que sumar las decisiones políticas frente al tema. En nuestro país algunas organizaciones civiles y organismos internacionales han gestionado capacitaciones para que los políticos entiendan este cambio de paradigma llamado “movilidad urbana multimodal y sustentable”. Sí, hay que hacer esa “frase-chorizo” para tener que aclarar todo lo que implica. Incluyendo que la corrupción, muchas veces ligadas a obras públicas de vialidades enormes, se convierte en el obstáculo más poderoso porque con la “caída” de la industria del auto tradicional, implica la caída de muchos “negocios”.
El escenario es oscuro con limitaciones grandes. No obstante, incluso cayendo en las superficialidades de los hipsters o de los fresas que comienzan a caminar y andar en bicicleta, hay una nueva demanda para la ciudad que pocos –por todas las razones que has leído- quieren entender como una apremiante.
Peatonalizar la ciudad, si bien no significa recorrerla a pie de punta a punta, sí significa que debemos encontrar la infraestructura adecuada de escala humana que va más allá de una adaptación de su diseño a nuestros cuerpos y movimientos.
También implica cambiar de enfoque para poder ver la emergencia a la que nos enfrentamos, como al mismo tiempo generar alternativas.
Además, aunque eso es de lo que menos se habla, es un tema de transparencia y rendición de cuentas.
Porque todas las obras públicas de una ciudad, como su planeación, deberían ser objeto de meticulosa vigilancia de las instituciones y funcionarios que son responsables de éstas, porque de cierta manera nuestra calidad de vida depende de sus decisiones en todos los plazos.
Cabe mencionar, que existen pocas organizaciones civiles que están vigilando este tema como vital en la agenda ciudadana.
Si no queremos que el futuro nos alcance, ahí tenemos grandes áreas de oportunidad para incidir en alternativas que hagan “caminar” a las ciudades.