Recuerdo una anécdota atribuida a Napoleón I, cuando le sugirieron el ascenso de un destacado general francés al rango de Mariscal de Campo. Antes de entregarle el bastón correspondiente, L’empereur, preguntó al oído de su interlocutor: “¿Y tiene buena suerte su recomendado…?”.
Por más que se discuta la existencia o no de la buena suerte, por más que se alegue la importancia de trabajar y de tomar decisiones inteligentes, oportunas y eficaces, en lugar de esperar los efectos del azar, creo que la diosa fortuna puede llegar a ser una jugadora silenciosa e influyente que no es posible descartar a priori. Veamos:
El nuevo inquilino de Los Pinos llega en el momento preciso en que el importe de los sueldos en China se dispara con las consecuentes ventajas para la economía nacional. Nuestros socios del TLC empiezan a voltear hacia México en busca de mano de obra barata y calificada, reconociendo, además, la cercanía geográfica que disminuye el precio de los fletes. De ser válido lo anterior, captaremos más inversión extranjera, se crearán más fuentes de empleo y de riqueza, además de impulsar nuestras exportaciones.
Pero hay más: los indicadores de la economía de EU empiezan a mostrar signos de una evolución favorable en nuestro principal cliente, aquella nación puede volver a crecer al 3 por ciento para el 2014, por lo que bien podríamos venderle mucho más, con sus consecuentes ventajas, de todo orden, para nosotros. Por si lo anterior fuera poco, el presidente Obama decidió hacer un tratado de libre comercio América-Asia en 2013, el más poderoso del orbe, el Acuerdo de Asociación del Trans-Pacifico (TPP), en donde México jugaría un papel preponderante.
La expansión de esa gigantesca zona comercial es incuestionable y absolutamente factible. Ya existen las evidencias, como las hay relativas a una reforma migratoria en EU, lo cual se traduciría en un sustancial incremento de las remesas, al legalizar a más de 5 millones de indocumentados mexicanos que obtendrían mejores salarios que los que devengan en el clandestinaje. Bueno para México porque captaríamos por lo menos un 20 por ciento más de los 24 mil millones de dólares que recibimos de nuestros paisanos de EU.
El Pacto por México, la unión de fuerzas políticas, bien podría traducirse en la promulgación de las tan diferidas reformas estructurales que operarían con efectos mágicos en la economía nacional. Los políticos de casi todos los partidos, al igual que una buena parte de los ciudadanos, somos conscientes de que estamos frente a la última llamada: o rescatamos de la miseria a millones de mexicanos en los próximos 6 años o pondremos al país en manos del populismo de extracción chavista.
Otro hecho más: la legalización de la marihuana en EU obligaría a hacer lo propio en México que gasta miles de millones de dólares en la persecución de envenenadores dedicados a internar el estupefaciente en EU, en donde éste se podrá adquirir, en corto plazo, a través de DHL… Lo anterior implica el desplome del 80 por ciento del mercado de los narcóticos y, por ende, el desplome de la delincuencia, misma que buscará otros rubros de lucro criminal, pero por lo pronto, gozaremos de paz que habrá de estimular el turismo y la inversión extranjera…
Peña llega con buena estrella, esperemos que no se opaque…