El discurso que el presidente Nicolás Maduro dirigió a la nación venezolana había levantado mucha expectación en los días previos. El 96 por ciento de la economía venezolana depende del petróleo y las bajas en su precio tienen al país sudamericano contra las cuerdas. La semana pasada, el presidente Maduro estuvo de gira por Asía con el objetivo de buscar respaldo económico de sus aliados en dicha región. El viaje resultó un fracaso. Por todo ello se esperaba que en su mensaje a la nación, el presidente anunciara medidas impostergables para rescatar la economía venezolana.
En lugar de eso, el presidente dio un discurso de más de tres horas en el que aseguró que el salario mínimo y las becas a estudiantes serán incrementadas. Lo que no dijo fue de dónde sacará los fondos para llevar a cabo estas acciones. Muchos reportes coinciden en que un tercio de los productos básicos de alimentación e higiene y la mitad de los medicamentos escasean en Venezuela. A su vez, Caracas ha sido señalada como la segunda ciudad más peligrosa el mundo. Estas son algunas de las problemáticas reales que el pueblo venezolano tiene que enfrentar a diario.
Ante ello, el presidente Maduro ofrece soluciones celestiales, muy poco asequibles para aquellos que sufren: En su discurso, encomendó el futuro de su país a las manos de Dios. Como un chamán, el presidente Maduro declaró con toda pompa “Dios proveerá. Jamás le faltará a Venezuela.” Al margen de las intenciones del dios de Maduro, en un informe publicado por el Fondo Monetario Internacional se prevé que en 2015 la economía venezolana se contraiga en un 7 por ciento.
La semana pasada el fiscal argentino Alberto Nisman presentó una denuncia contra Cristina Fernández de Kirchner. Nisman argumentaba tener pruebas de que el gobierno de Kirchner había pactado la inocencia de los ciudadanos iraníes acusados de terrorismo por el atentado de 1994. Según Nisman, a cambio, el gobierno iraní habría prometido intercambios comerciales favorables a Argentina. Este pasado lunes 19 Nisman tenía programado dar testimonio de su denuncia al congreso argentino. Pero el 18 de enero el fiscal apareció muerto.
Ante todo ello, el rol de la presidenta Cristina Kirchner ha sido lamentable.
El 19 de Junio, horas después de haberse anunciado su muerte, la presidenta publicó en su Facebook un mensaje en el que declaraba que se había tratado de un suicidio. ¿Por qué se apresuraba la presidenta en declarar el suicidio?
Pero el asunto no acabó allí. Al día siguiente Kirchner regresó a su trinchera de Facebook y publicó un nuevo mensaje. En esta ocasión volvió a hablar de suicidio pero esta vez matizo poniendo signos de interrogación. “¿Suicidio?” El 20 de junio Kirchner publicó nuevamente en su Facebook. Para este punto las intrigas de Kirchner se asemejaban más a una novela de Agatha Christie que a las palabras de una presidenta. El título del artículo es revelador de las aspiraciones novelísticas de la presidenta: “Los espías que no eran espías, Los interrogantes que se convierten en certeza. El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio.” Un título digno de Sherlock Holmes. En cuestión de tres días Kirchner había pasado de la certeza del suicidio a su negación absoluta. ¿Con que pruebas? Y ¿Con que autoridad declaró esto Kirchner?
Mientras tanto en México, el presidente Peña Nieto anunció medidas para el impulso a la vivienda. En medio de un escándalo que involucra varias casas, la única vivienda que parece estar siendo impulsada es la suya y la de su gabinete. La ironía se cuenta sola, pero para los afectados por las situaciones de México, Venezuela y Argentina, las palabras de sus presidentes no tienen ninguna gracia.