Recordando a Granados Chapa
Hay ausencias que el tiempo agranda, que parece hacerlas más imprescindibles. Hace un año se fue Miguel Ángel Granados Chapa, que no es sino es otra forma de decir que se fue uno de los periodistas más importantes de nuestro país en las últimas décadas. Un año después, su presencia parece hacerse más necesaria, como si el México del que se despidió con tanta determinación y vehemencia lo demandara más que nunca.
Emilio LezamaHay ausencias que el tiempo agranda, que parece hacerlas más imprescindibles. Hace un año se fue Miguel Ángel Granados Chapa, que no es sino es otra forma de decir que se fue uno de los periodistas más importantes de nuestro país en las últimas décadas. Un año después, su presencia parece hacerse más necesaria, como si el México del que se despidió con tanta determinación y vehemencia lo demandara más que nunca. Granados Chapa es, fue, ese tipo de periodista y de hombre: esencial y necesario a su tiempo, abierto al mundo y su quehacer, a hurgar debajo de lo aparente, a proponer una forma de entender, de leer su realidad, su país, su mundo. Es por ello que debe ser el ejemplo para los nuevos periodistas que desean una mirada crítica, no condescendiente, no autorreferencial, no complaciente de la realidad de México.
En Granados Chapa la noticia no corría de prisa, no se dejaba arrastrar por la vorágine del presente, que en un segundo se hace ayer. Sus artículos fueron labrados minuciosamente, y acompañados siempre de un análisis ilustrado y datos precisos evitando convertirse en parte del ruido o del pasado, material de hemeroteca. Granados Chapa entendió que la noticia no requiere de ningún atropellamiento, ningún sensacionalismo para llegar a tiempo, impactar, ser leída, cambiar el mundo. De tal forma, contrapuso su voz monótona y pausada al frenesí moderno de la vida. En el radio las dejaba respirar, les daba aire, detenía el paso, y hacía de su Plaza Pública un espacio de meditación y reflexión relajada y serena de las nuevas del mundo.
Lo primero para el periodista siempre debe ser el rigor y el compromiso, cualidades que sin duda se ejemplificaron en su trabajo. Pero más allá de eso se apreciaba siempre en él la profundidad en el análisis y el profesionalismo, lejos de la banalidad y la frivolidad. Como en la radio, en sus escritos Granados Chapa iba a su propio ritmo, porque entendió que era la única manera de acceder con rigor a ese mundo subterráneo que se oculta a quienes no tienen tiempo de trascender lo aparente, extraer lo esencial de lo irrelevante, ir más allá de la monotonía de lo que siendo rutinario y banal se impone como la verdad. Por eso ninguna columna periodística es hoy tan indispensable como fue la Plaza Pública, lectura indispensable aunque no siempre estuviéramos de acuerdo con él. Como bien dijo Villoro “Leerlo era un requisito para pensar por cuenta propia, como revisar el clima antes de emprender un viaje”.
Por eso también hizo tanta falta en el pasado proceso electoral esa voz que diera claridad y explicara a fondo, con su refinado estilo, las campañas presidenciales y el movimiento social que generaron.
Los últimos años han visto irse a tres de los más importantes pensadores de nuestro país: Carlos Monsivais, Miguel Ángel Granados Chapa y Carlos Fuentes, los tres asociados de alguna manera con la izquierda. Sería imposible y sobretodo indeseable que alguien intentara ocupar estos vacíos, es claro que los tres son irremplazables. Sin embargo es importante entender que una generación se va extinguiendo y es necesario para el país que surjan otros pensadores capaces de dotar de análisis e inteligencia el debate público. La presencia de Granados Chapa a través de su análisis en el espacio público fue tan notoria, que muchos la asimilamos como parte natural de nuestra vida diaria. Si bien su presencia se extraña, su legado sigue allí, sin duda ese legado debería ser el punto de partida de cualquiera que aspire al periodismo serio en nuestro país.