¿Dos ministros de Hacienda del sexenio calderonista sentándose a la mesa con el eufórico candidato priista que ya se ve instalado en la silla presidencial?
Peña Nieto muy puntero, pero a la baja. Josefina a la baja, despeñándose. Y Andrés Manuel a la alza, repuntando, remontando al segundo.
Y mientras son peras o manzanas, algunos le están proponiendo al Presidente Felipe Calderón que compre seguro de vida con el ex gobernador mexiquense. Nomás por si acaso.
Por esto está corriendo la especie de que el inquilino de Los Pinos ya está sentándose a negociar con quien algunos ya ven como el inevitable ganador del primero de julio.
Pero aunque la versión que circula es que la negociadora sería Alejandra de la Sota, lo cierto es que los efectivos de esta sentada en la sombra son Ernesto Cordero y José Antonio Meade.
¿Dos ministros de Hacienda del sexenio calderonista sentándose a la mesa con el eufórico candidato priista que ya se ve instalado en la silla presidencial?
Algunos dicen que la negociación va más allá de lo político. Que recuerden aquellas declaraciones de Ernesto Cordero que en sus días como ministro de Hacienda decía que Peña Nieto tenía “mandíbula de cristal”.
Que los acuerdos tendrían su epicentro en un presunto “dossier negro” que involucra lo mismo cuentas estatales cuestionables o pecados en las finanzas personales de alguno del círculo íntimo mexiquense. Pero eso sería muy violento. Y si falla es la muerte.
Hay quienes advierten, sin embargo, que el asunto es más simple de lo que parece. Meade, el actual secretario de Hacienda viene de cepa tricolor. Su padre fue legislador priista, de los grandes negociadores del Fobaproa, al igual que el padre de Dionisio Pérez Jácome.
Y que en el estilo personal de confrontar, prefieren siempre la negociación a tiempo, que el choque a destiempo. A eso se le sumaría la excelente relación de entendimiento personal que habría entre Ernesto Cordero y Luis Videgaray.
Sea como fuere, si hay negociación tendrá que consumarse antes del 6 de mayo, en la fecha del primer debate. Ahí se verá si el inquilino de Los Pinos ya cedió ante lo que le parece inevitable o se decide a dar la última embestida.
Que alguien la ayude
Josefina Vázquez Mota tiene que revertir la mala estrella con la que se opaca su campaña. Simplemente no hay día en el que la anécdota banal, la furtiva, empañe cualquier discurso.
Ahora le tocó el turno en Monterrey, donde primero su comitiva se perdió llegando al Parque Fundidora Monterrey cuando su destino era la Universidad de Monterrey (UDEM) a donde llegó con casi una hora de retraso.
Vino el inicidente con un estudiante en el Tec de Monterrey, que le increpó la inclusión de Juan Molinar Horcasitas en su equipo de campaña y hasta la falta de celeridad para resolver el caso de los estudiantes asesinados por el fuego cruzado del Ejército.
Si a eso se le suma la distracción de enviar a Gustavo Madero al Senado en medio del fragor de la bastalla, la huída transatlántica de Francisco Ramírez Acuña y las versiones de que Calderón ya está sentado a la mesa con Peña Nieto, el panorama es desolador.
Menos mal que se dio “el milagro” de que Vicente Fox fuera a Monterrey a comer con ella y a anunciar –por fin- que ella era su candidata. ¿Se le acabó el contrato con Peña Nieto al Centro Fox? ¡No me ayudes, compadre!
Se nos murió el amor
ACTO UNO.- Andrés Manuel López Obrador fue el candidato solitario que se presentó ante los micrófonos de la periodista Carmen Aristegui para atender al llamado de un debate en MVS Noticias. Y se lanzó contra la Televisa a la que semanas atrás le tendió la mano.
ACTO DOS.- La respuesta no se dejó esperar con un video posteado en el sitio de El Universal en el que ministros evangélicos bendicen al candidato del Movimiento Progresista.
ACTO TRES.- El periodista Joaquín López Dóriga lanza una campaña de tweets y le responde al mediodía en su noticiero de Radio Fórmula. Le da el requiem a la República Amorosa y alerta que habrá más respuestas a las acusaciones contra la televisora, pero en horario triple A.
¿Cómo se llamó la obra?: ¡Se nos murió el amor!