En este arranque de 2020, en el PRI de Nuevo León la cosa se está poniendo candente por la sucesión de líder del tricolor, Pedro Pablo Treviño, quien está listo para entregar la dirigencia de este partido.
Nos aseguran que la situación está en un punto crítico para elegir a quien dirija el camino de esta fuerza política rumbo a la sucesión de 2021. Nadie quiere doblar las manos, incluso están llegando al grado de espiarse unos a otros, pues no hay confianza.
Pero por el otro lado está Rogelio Cerda, quien representa los intereses de la vieja cúpula tricolor, integrada por Natividad González Parás, Ildefonso Guajardo, Felipe Enríquez y Jorge Mendoza, y que cada vez suena más fuerte para quedarse con la dirigencia estatal del PRI para aportar equilibrio en este partido.
Y más allá de que Clara Luz Flores está por dejar las filas del priismo de Nuevo León para fortalecer su proyecto rumbo a la Gubernatura en 2021 por Morena u otro partido, Abel Guerra no dejará las posiciones con las que cuenta en este partido y el control que ha logrado ejercer políticamente en Escobedo. Será un año de pugna por el poder.
El mayor reto Bronco
Los datos de la Secretaría de Seguridad Pública federal confirman que 2019 fue el peor año en materia de seguridad desde que Jaime Rodríguez Calderón asumió la gubernatura, y tan sólo en diciembre hubo un preocupante repunte en materia de homicidios, después de un periodo de tres meses en que este delito habría disminuido.
A falta de que se confirmen las cifras por parte de la Fiscalía estatal, el año 2019 habría concluido con al menos 950 homicidios, número muy por encima de los 825 registrados en 2018. Y sería además el tercer año más violento en la entidad desde que se comenzaron a contabilizar de manera oficial los homicidios en 1997.
El gobierno de ‘El Bronco’ se encuentra desprestigiado ante la ciudadanía, y entrando en la recta final de su gobierno la falta de avances en materia anticorrupción, la opacidad de su administración y la falta de obras de infraestructura no auguran un buen cierre de sexenio.
La prioridad para lo que queda de su administración deberá ser combatir la violencia y la inseguridad, pues con una resolución pendiente en la Suprema Corte, que incluso podría terminar con su destitución, el mandatario no tiene ya margen de error.