Reinventar el espacio público

No obstante, parece que conforme más tenemos conocimientos de la construcción y también contamos con reglamentos y leyes que regulan los proyectos, no existe un impacto positivo en nuestra calidad de vida.

Tan sólo miremos a nuestro alrededor y veamos la imposibilidad de caminar en las calles. 

Nuestras piernas son el primer “transporte” que conocimos desde que nacemos y, sin embargo, poco podemos usarlas porque las calles y banquetas no son aptas para esa actividad. 

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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No obstante, parece que conforme más tenemos conocimientos de la construcción y también contamos con reglamentos y leyes que regulan los proyectos, no existe un impacto positivo en nuestra calidad de vida.

Tan sólo miremos a nuestro alrededor y veamos la imposibilidad de caminar en las calles. 

Nuestras piernas son el primer “transporte” que conocimos desde que nacemos y, sin embargo, poco podemos usarlas porque las calles y banquetas no son aptas para esa actividad. 

Es más, podrían considerarse algunos lugares como zonas de riesgo. Increíble también, que aunque los “edificios inteligentes” están teniendo cada vez más auge, algunos de éstos ni siquiera cuentan con entradas para el peatón o rampas para personas con alguna discapacidad.

La ciudad es como el amor porque se vive en los detalles, esos que parecen pequeños pero que marcan la diferencia. Pero aquí tenemos que estar saltando una alcantarilla abierta o bajarse a la carretera porque la banqueta es muy angosta. Tampoco tenemos acceso a otro tipo de movilidad, como el uso de las bicicletas. 

Toda la tecnología, avances, inversiones, deben atender una nueva demanda que no es exclusiva de las ciudades mexicanas o latinoamericanas, sino de todas en el mundo: la escala humana.

De acuerdo con Wikipedia, “La escala humana es un término utilizado para referirse a un factor que toma a las personas como medida primordial del desarrollo y la asociación. El postulado básico es que el desarrollo debe girar en torno a las personas, siendo el criterio usado para gestar y promover relaciones y asociaciones humanas directas, es decir, con base a las relaciones particulares inmediatas entre personas”. Esto quiere decir, en términos de urbanismo, que las infraestructuras deben ser, desde el diseño, pensadas para fomentar la convivencia humana.

Entre más tengamos edificios, caminos, casas, espacios públicos, mobiliario urbano con la característica principal de la escala humana, mayor incidencia tendrá en las relaciones sociales para lo que es público. 

Por otra parte, en los últimos años los asesinatos, asaltos, extorsiones y otros delitos han tenido lugar en las calles de las ciudades de nuestro país. La realidad que nos rebasa a diario ha permeado la dinámica social de este espacio, generando miedo de salir a usar las calles, éstas que son nuestro espacio público cotidiano e inmediato.

Es por eso importante crear espacios donde la premisa más importante sea la convivencia, para inlfuir de manera directa en el comportamiento social, es decir, que la gente pueda relacionarse en entornos pacíficos y seguros. 

Para abrir paso a nuevas dinámicas sociales que permitan el diálogo, la vigilancia natural de los espacios y el reconocimiento de las vecindades, debemos considerar una cita de Guillermo Peñalosa: “El proceso de apropiación del espacio público se desarrolla bajo un principio básico: la comunidad es el experto”.  

Es por eso que los gobiernos en todos los niveles deben considerar que el conocimiento más importante es el que se encuentra entre sus ciudadanos. Más que realizar consultas o foros, es momento de replantear esos procesos para comenzar mesas de trabajo con soluciones específicas. 

Así, reinventar el espacio público. El punto clave es sumar y multiplicar a más actores que estén dispuestos a “hurmanizar” la ciudad. 

El próximo 27 y 28 de abril la ONU-Habitat y el IMPLANC de Monterrey, junto a otros actores regiomontanos, trabajarán con algunos jóvenes este tema en un concurso de 36 horas para generar ideas de tal reinvención. 

Si realmente nos comprometemos y comprometemos a nuestras autoridades a tener esta visión de ciudad, estaremos apostando a un futuro más humano para Monterrey.

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