Vivir en un municipio como San Pedro Garza García tiene contradicciones que son muy grandes.
Por un lado, se goza de un muy buen sistema de recolección de basura y atención en otros servicios básicos, y más si son comparados con el resto del estado. Hasta aplaudes.
No obstante, varios de éstos se han ido olvidando.
Pero el tema fundamental es analizar cómo los ciudadanos hemos ido perdiendo espacios, no sólo por el tema de la inseguridad, sino por diversos factores.
Hace algunas semanas tracé aquí lo incomprensible que se volvía el tema de la “privatización” de los espacios públicos de la colonia Fuentes del Valle y cómo el problema se fue multiplicando en más sitios del municipio.
Inicio recordando la diferencia entre la propiedad privada y la pública según especialistas:
“Propiedad privada son los derechos de las personas y empresas de obtener, poseer, controlar, emplear, disponer y dejar en herencia tierra, capital, cosas y otras formas de propiedad.
“La propiedad privada se diferencia de la propiedad pública, en que ésta última se refiere a bienes propiedad del Estado, comunidad o gobierno y no de individuos o entidades empresariales.”
Con esto me quiero referir a que el “municipio modelo” a ido vendiendo o separando de su propiedad los espacios para estacionarse, por ejemplo, y los ha ido entregando en forma privilegiada.
Es evidente que la cantidad de viviendas y vehículos es mayor a la capacidad de espacios de estacionamiento y que varias viviendas no cuentan con lugar suficiente para estacionar sus vehículos y por lo tanto utilizan la vía pública.
Pero en San Pedro ya se ha vuelto costumbre “vender” la vía pública a costa de los demás, es decir una persona quiere construir una casa y tiene más vehículos de los que puede estacionar en su propiedad, o no le gusta caminar o ver que alguien que no es de su cercanía esté frente a su propiedad, así que decide pagar por un espacio público, es decir lo “semiprivatiza”.
Esta acción que inició como algo “bueno” y en apoyo a esos ciudadanos, hoy en día se es un grave problema y sobre todo muestra cómo con el pasar de los años la corrupción ha ido ganando terreno y por ende las construcciones y negocios que se autorizan no cumplen con los requisitos mínimos reglamentarios.
Esto realmente ha traído una problemática mayor.
Si alguien tiene duda de esto, da una vuelta por las calles Volga, Danubio y todo el cuadro aledaño al poniente del Moll del Valle, en donde es difícil encontrar un espacio que no esté “vendido” a un particular.
Hoy la corrupción y el egoísmo nos han alcanzado y es necesario empezar a meter reversa en algunas políticas para privilegiar a pocos y afectar a muchos.