Ser médico de un país enfermo
Reconocer que una enfermedad ingresa en nuestros cuerpos, aceptarla y afrontarla, es algo sumamente difícil para quien la padece y sus familiares.
Más de uno de nosotros ha pasado por experiencia propia, o en casos cercanos, los efectos negativos que se presentan cuando nuestros cuerpos no disfrutan de plena salud.
A veces pienso, en esta metáfora: que México está enfermo. No hay diagnóstico que se equivoque.
Indira KempisReconocer que una enfermedad ingresa en nuestros cuerpos, aceptarla y afrontarla, es algo sumamente difícil para quien la padece y sus familiares.
Más de uno de nosotros ha pasado por experiencia propia, o en casos cercanos, los efectos negativos que se presentan cuando nuestros cuerpos no disfrutan de plena salud.
A veces pienso, en esta metáfora: que México está enfermo. No hay diagnóstico que se equivoque.
Algo está pasando que los sistemas no están creando condiciones de “salud” colectiva para el desarrollo de nuestras comunidades en diversos temas.
Una de las grandes preguntas es, si es posible, superar ese estado de enfermedad cuando tenemos un “cáncer” que invade la vida pública del país.
No obstante, cuando Samuel González, uno de los jóvenes regiomontanos considerado por el Foro Económico Mundial como alguien que está transformando el mundo (Global Shaper), sonríe al recordar los días cuando a su corta edad, la vida le cambió.
Samuel es uno de esos pocos casos en México que sobreviven a un cáncer real, corporal, ese que te deja entre la incertidumbre una vez que has recibido la noticia.
Teniendo apenas 15 años, con una gran creencia en Dios por la religión que practica, él tuvo que asimilar su enfermedad.
Pero con él, su familia. Los padres a los que “ama mucho” y la vida alrededor suyo que también cambió una vez que comenzó el proceso de curación que, como algunos sabemos, no todos los cuerpos reaccionan de la misma forma, ni positivamente.
“En la primera quimioterapia no me dieron náuseas, pero a los 20 minutos ya había vomitado lo que comí”, cuenta como anécdota.
A pesar del cáncer, Samuel decidió junto con su familia, sus amigos y sus hermanos de la iglesia, hacerle frente a la enfermedad.
AMANEC A.C. fue la organización que colaboró con el proceso de recuperación del joven durante los momentos difíciles, lo cual fue vital, porque como seguro te imaginas, no hay dinero que alcance ni suficiente a la hora de determinar seguir un proceso para ganar la batalla.
Pero el apoyo no quedó ahí.
Cuando Samuel había resultado vencedor de su propia batalla, decidió estudiar medicina.
Sé Líder ABP, fue la organización que lo becó para que pudiera continuar sus estudios, como era su sueño.
Pero en realidad lo que más ilumina la mirada de Samuel en esta historia, es la organización civil Circula Vida A.C., misma que fundó después de graduarse como médico, en vista de la necesidad de donar sangre de manera voluntaria al mismo tiempo que sigue trabajando en AMANEC A.C., es decir, este joven valioso está retribuyendo ahora lo que en algún momento algunos más hicieron por él.
De esa realidad, Samuel –con esa alegría que lo caracteriza- entendió que como jóvenes para poder transformar a un país “enfermo” en uno “sano”, necesitamos dos cosas vitales: la primera, es no tener miedo.
La segunda, se trata de hacer una vinculación íntima entre el individuo y su colectividad.
Es decir, dejar de vivir en una sociedad del “yo, yo, yo, y yo primero”, a una en donde se busque el bien común para todos.
Un cambio que se pueda gestar a partir de la cooperación.
Esa visión integral de la “salud” de una sociedad, es la que ha llevado a este joven médico a trabajar por la transformación del país mediante su área de experiencia.
Porque aunque pocos lo vean de esta forma, México debe reaccionar y prevenir pronto las “enfermedades” que le adolecen.
Y mira que son muchas.
Samuel es un ejemplo de cómo el “sistema inmunológico” de jóvenes valientes y creativos combaten las enfermedades de nuestro país.