Por ‘puta’
Esa palabra es muy fuerte en una sociedad enferma de machismo. Sin embargo, parece que ha salido de los diccionarios para debatir por qué es que no sólo estamos insistiendo en un modelo de ciudad que no garantiza la seguridad, incluyendo la de la vialidad, pero al mismo tiempo en una comunidad indolente ante sus víctimas.
Indira KempisEsa palabra es muy fuerte en una sociedad enferma de machismo. Sin embargo, parece que ha salido de los diccionarios para debatir por qué es que no sólo estamos insistiendo en un modelo de ciudad que no garantiza la seguridad, incluyendo la de la vialidad, pero al mismo tiempo en una comunidad indolente ante sus víctimas.
Después de un aparatoso accidente en el que perdieran la vida cuatro personas a bordo de un BMW, la cadena de “culpabilidades” no ha dejado de resonar en las opiniones de las personas. En algunas coincidimos, si es por la autoridad que no puede sancionar para evitarlo, si son los establecimientos que no promueven el “si conduce no maneje” o son las personas que una vez en la “fiesta” dejamos de estar plenamente conscientes que lo que menos debemos hacer es conducir un auto o subirse a un automóvil cuando ya no estás en tus 5 sentidos.
Sin embargo, como los accidentes no nacen, sino se hacen, la responsabilidad recae en prácticamente cualquier factor que lo haya permitido o hasta solapado. No obstante, a pesar de que eso nos hace “clic” en el sentido común, mi asombro fue leer comentarios y notas de esos comentarios, prejuicios y estereotipos que recargan sobre una de las mujeres que iba en ese vehículo. “Por no estar con su marido”, “por salir sin su marido”, “por estar a altas horas de la noche con un desconocido al volante”, “por subirse a un auto que no es el de su marido”, o en resumen: “por puta”.
Eso es preocupante no sólo porque no explica ni analiza qué fue lo que exactamente sucedió (que ahora se conoce, según el expediente el presunto responsable se quedó dormido y nunca se dio cuenta que iba a 180 kilómetros por hora) y deja al machismo justificaciones que podrían remontarnos al siglo pasado.
¿Qué es lo que pasa por la cabeza de quienes juzgan en exceso el comportamiento de una mujer? ¿Cuándo vamos a entender que la libertad de las mujeres no está condicionada a su estado civil o sus parejas? ¿En qué momento de este presente o del futuro aceptaremos que en nada tienen que ver esas decisiones con que a las mujeres nos vaya “bien” o “mal” como si un accidente o la muerte fueran parte de un castigo por esa libertad?
Son preguntas que quizá no tengan respuestas precisas o hasta generen respuestas violentas. Sin embargo, sí es un indicador de que algo no está bien cuando socialmente la gente se fija en tu género y no en tu vida. Es decir, en lo que vale tu vida. Por supuesto, todos tenemos una responsabilidad propia sobre la misma. Pero no se significa estos sobre juicios que a más de una mujer nos ponen a pensar en la ligereza con la que se toma nuestra libertad y nuestros derechos. Que insisto, eso tampoco condiciona a las consecuencias de los actos que igual aplica en hombres como en mujeres.
Tampoco se trata de “linchar” a nadie, más bien entrar en la comprensión de que si estos accidentes están matando cada día tantas vidas por excesos de velocidad, de alcohol o drogas o de dependencia al celular; o porque las autoridades no hacen lo que corresponde; o porque las calles no están diseñadas para las velocidades bajas; o porque las empresas no hacen su parte, fuera lo que sea en estas hipótesis o todas, deberíamos estar interesados en cómo le hacemos para fomentar la seguridad vial que necesitamos para elevar la calidad de vida y transitar sin miedo a que existan todos esos factores de riesgo y no estar sumergidos en otro exceso que también “mata” la esperanza de la equidad de género: el exceso de juicios a la libertad que por derecho tenemos las mujeres.Ningún accidente es por ser puta, es acci