¿Qué tendrá que pasar por la cabeza, aparentemente sana, de un atleta profesional como Juan Arango, jugador de Xolos, para que en plena euforia de impotencia, coraje, frustración y rabia por la lección de futbol que Rayados le pone a Tijuana, su instinto no controlado te lleve a agredir a un rival, en este caso Jesús Zavala, no a golpes o empujones, vamos ni siquiera a patadas, sino a la opción salvaje de una mordida al más puro estilo de las bestias?
No es la mordida
Ahora el venezolano trata de disculparse escondiendo su cobardía con una declaración a todas luces ridícula, como si no hubiera hecho nada anormal:
“Hice lo que no se debía hacer y tomé esa actitud con Zavala. Después del partido hablé con él, le pedí disculpas, que fue por el partido que estaba caliente, me calenté y tomé esa actitud negativa, que no son cosas mías pero lamentablemente me pasó.
“Cambiamos de camisas después del partido, hablamos y hasta ahí quedó”, dijo el arrepentido venezolano, por cierto, uno de los más certeros cobradores de tiros libres.
Que quede claro, lo que aquí expongo son hechos, solo hechos, no es ni cargarle la mano ni ensañarse, sino exponer esta reacción totalmente inusual y agresiva de instinto salvaje.
¡Un psicólogo!
Cierto, la calentura del partido a lo que yo agregaría la impotencia, rabia y frustración de verse superados por Rayados de forma impecable hasta terminar arrasando a Xolos, aún así la reacción es atípica.
Como paliativo a su agresión, Juan Arango ofrece disculpas y se atiene a las consecuencias del castigo que por default la Femexfut debe imponerle.
De entrada y por su salud y la de sus cercanos, Arango debe encontrar una explicación del por qué en una situación comprometida y de perder la cabeza su instinto lo lleva a morder, algo similar a lo de Luis Suárez, aunque con castigo totalmente distinto.
Una mentada, o una mordida
No se pretendía que a Juan Arango le aplicaran un castigo tan severo como el que se le dio a Luis Suárez en el Mundial después de su mordida a Zavala en el juego del sábado.
Una mentada de MADRE vale un juego, un pechazo al árbitro una temporada, pero ¿una mordida tan solo vale un par de partidos a pesar de ser una agresión salvaje?…
Así de fácil.
Luis Suárez, el cínico…
Figurón hoy del Barcelona, quién durante el Mundial Brasil 2014 arremete con una mordida igual de salvaje al italiano Giorgio Chielini.
La FIFA entonces lo sanciona con ocho partidos internacionales con su Selección y cuatro Meses de toda actividad relacionada con el futbol, además de 80 mil euros de multa.
Suárez se ofende, lo niega, llora cobardemente, inventa una persecución por parte de FIFA, sus compañeros se solidarizan, el técnico caballeroso, Washington Tabares incluso renuncia a FIFA.
La mentira y el montaje continúan creciendo exponencialmente, es recibido en Montevideo y el entonces presidente Mujica insulta a los directivos de FIFA, llamándolos una bola de viejitos Hijos De Puta.
Semanas después sus abogados le redactan un comunicado que ni siquiera sabe leer bien, en donde admite su error y ofrece disculpas, claro, un par de días más adelante se anuncia su nuevo contrato millonario con el Barcelona, cínico.